viernes, 13 de agosto de 2010

Zamora y su temor a un "gigante dormido"

Francisco Cavallotti.
La "bajada" de Francisco Cavallotti a la candidatuta a intendente de la Capital, se sabe que generó toda una cisma no solo en el peronismo santiagueño, sino en todo el ámbito político local. Hasta Néstor Kirchner y su operador estrella, Juan Carlos Mazzón, quedaron desubicados. Pancho les demostró, como buen discípulo privilegiado de Carlos Juárez, que en política no siempre todo pasa por la billetera.
Pancho en honor a la verdad y como lo sabe el mismo Zamora, había logrado concitar la atención pública y sobre todo despertar en el peronismo esa "sed" de retorno, ese "apetito de poder incompartible" que caracteriza al movimiento creado por Perón, por eso el autoexcluido candidato está que trina contra los habitantes de la Casa Rosada, que le admitieron un expreso consentimiento para una campaña electoral de "libre discurso y sin censura" de los medios periodísticos locales, mientras ocurrió todo lo contrario.
Lo cierto que el gran generador de esa actitud política, fue le propio Gerardo Zamora, quien advirtió que a partir de esa elección a intendente  de Cavallotti en el PJ, el pueblo peronista, ese "gigante dormido" era posible que se despertara, pues lugar a dudas es la única fuerza y estructura política capaz de poner en riesgo todo proyecto político futuro con el que sueña el gobierno provincial y apeló a todas sus influencias en la Casa Rosada, ganada en base a los rentables negocios que comparte con varios "popes" del Gobierno Nacional.
Sin Pancho Cavallotti en el PJ, teniendo en cuenta las expectativas que había despertado, solo queda peronismo de "utilería", "cómplice hasta el dolor", "oportunistas sólo leales a sus bolsillos" como los que pueblan la sostenida desde  la lapicera oficial Bases Peronistas y la triste caravana de rotulados dirigentes sindicales, como bien los define Pancho, lo que le permite a Zamora frustrar, al menos por algún tiempo más, el armado de toda estructura que lo aceche sobre la base de poner al descubierto una gestión signada de complicidades y que se caracteriza por en nivel nunca visto de "vulgar corruptela".
Mientrás tanto, Francisco Cavallotti, masticando y disimulando la ira que le provoca la promesa incumplida, mentaliza que: "no es que hayamos retrocedido, sino que estamos tomando carrera".

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