martes, 19 de octubre de 2010

Los jubilados y el manicomio político

Por Rogelio Alaniz (Diario El Litoral, de Santa Fe)


En un país razonable, con una clase dirigente preocupada por el poder adquisitivo de los viejos, lo que se debería haber hecho es abrir un debate serio con el objetivo de ponerse de acuerdo sobre temas coyunturales y de fondo. Coyunturales, para dar una respuesta hoy, porque a los viejos hay que hablarles más del presente que del futuro, mientras para las cuestiones de fondo se elaboran proyectos de mediano y largo alcance que compatibilicen las virtudes de la equidad con los rigores que imponen los números o los recursos, siempre escasos.
No fue lo que ocurrió. Es probable que tanto el oficialismo como la oposición hayan sido responsables de no haber sumado esfuerzos para empezar a resolver un problema en el que dicen estar todos de acuerdo respecto de los objetivos, aunque se sabe que, en política, la principal responsabilidad por lo que no se hace o se hace mal, la tiene siempre el gobierno.
En el Coloquio de Idea, celebrado en Mar del Plata, el ex presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, dijo refiriéndose a la conflictividad innecesaria: “Hay que evitar que los países se conviertan en manicomios dirigidos por sus propios pacientes”. No sé si en la Argentina al manicomio lo dirigen los pacientes o los médicos locos, pero lo seguro es que en cierto nivel de decisión política, el país se está pareciendo cada vez más a un manicomio.
Pruebas sobre la mesa: una presidente populista invoca los valores de la racionalidad y veta una ley que otorga el 82 % ciento móvil a los jubilados, mientras que una oposición donde gravitan los supuestos neoliberales reclama que se reparta y se pague sin preguntar de dónde salen los recursos. Como para completar el síntoma, digamos que todos tienen una cuota de razón, pero mezcladas las razones de cada quien, el resultado es un loquero que transforma al “Cambalache” de Discépolo en una canción infantil.
Lo cierto es que los jubilados se merecían una respuesta y no la tuvieron. Casi cinco millones de personas deberán resignarse a seguir viviendo con un ingreso que apenas supera los mil pesos. Es probable que antes de fin del año, el oficialismo intente paliar la situación con algún premio consuelo, pero ya es hora de saber que si en estos temas se quiere hacer política en serio, lo pertinente son reformas de fondo, no reparaciones que se lleva el viento.
El gobierno les recuerda a todos que promovió jubilaciones y pensiones y que dos veces por año aumenta las asignaciones. Es cierto, pero no alcanza; y no alcanza, no porque no haya recursos sino porque se los administra mal. Uno de los grandes misterios de la política nacional kirchnerista es la alucinada red de subsidios extendidos a lo largo y a la ancho de toda la gestión. Se dice que a ese misterio sólo lo conocen tres personas: Kirchner, De Vido y Moreno. Lo conocen, pero a esta altura de los acontecimientos, ni ellos saben cómo desenredar esa madeja.

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