viernes, 22 de octubre de 2010

Todo el país es zona liberada

Por Roberto Azaretto

El asesinato de Mariano Ferreyra, militante del partido Obrero, es responsabilidad de la policía según algunos dirigentes de esa agrupación de ultra izquierda, que “liberó la zona” para facilitar el accionar de las patotas de Pedraza, uno de los mayores delincuentes del gremialismo fascista, que tanto daño le hace al país desde hace demasiado tiempo.
En realidad el problema es mayor. El país entero es una zona liberada y eso fue posibilitado por el gobierno de la diarquía K que dejó el control del espacio público a cualquiera, desde los piqueteros entrerrianos, que cerraron las conexiones terrestres con nuestros hermanos uruguayos, a la delincuencia común.
Hay que respetar el derecho de reunion y de protesta, pero no se puede permitir que en las manifestaciones se participe con palos, armas, o encapuchados, o se afecte el transporte de millones de personas que sufren molestias por los cortes de ruta en sus viajes al trabajo.
El gobierno tiene varias responsabilidades. Primero, no cumplió sus promesas de respetar la libertad sindical consagrada en la Constitución Nacional. En segundo lugar genera en clima de división entre los argentinos, agraviando a los que piensan distinto del discurso único que pretende instalar.
Ha instado a no respetar la ley ni los fallos de la Corte Suprema y edifica un panteón de héroes y villanos falaces, falseando la historia que pretendiendo borrar los éxitos de la historia para proponerse como los nuevos héroes de una argentina nueva. Para ello cuenta con los intelectuales que se han dejado sobornar, nostálgicos de supuestas utopías que solo trajeron dolor a la humanidad.
Por el otro lado cuenta con lo que queda del lopezreguismo, delatores de la juventud sindical. Hombres que formaron parte de la Triple A como el señor Moyano, y los borrados como Pedraza en los tiempos de muerte y dolor de los setenta; tiempos trágicos que algunos irresponsables pretenden restaurar.
El señor Moyano, en realidad, es un empresario de tipo mafioso como otros que son blancos y rubios y que tienen en común el saqueo del Estado. Son la otra pata de la corrupción, la patria contratista que vive de la exacción a los fondos públicos. Los que cobran tres veces las obras públicas.
El señor Pedraza es quien destruyó el ferrocarril Belgrano, que terminó siendo entregado al sindicato de la Unión Ferroviaria para su manejo, con generosos subsidios. Mientras las concesiones a los ferrocarriles de carga lograron pasar de nueve millones de toneladas anules de transporte de 1992 a los veinticinco millones actuales, el Belgrano no pasa de un millón de toneladas. Son socios de integrantes de la patria contratita como Franco Macri y Aldo Roggio. Esos fueron beneficiarios de los escandalosos contratos de mantenimiento de rutas que les dio el señor Dormí, y que junto a otras empresas entre peajes y subsidios percibieron tres mil millones de dólares por tapar baches y cortar el pasto.
La corrupción sindical ha llevado a muchos trabajadores ha incorporarse a organizaciones de ultra izquierda.
Este sindicalismo corrupto tiene también complicidades en Santiago del Estero. Hay que esperar que se profundice la investigación sobre la mafia de los medicamentos y podrán comprobarse las conexiones de santiagueños (políticos y empresarios).

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