miércoles, 17 de agosto de 2011

Represión: no es Siria, sino el “nuevo Santiago” de Zamora

Huellas en la espalda de un trabajador, reprimido por la policía de Zamora y Neder.
“Sueños compartidos”, el invento de Hebe de Bonafini y su ahijado Sergio Shoklender, se hizo trizas entre los corruptos porteños y los de Santiago del Estero. Aquí, al menos, el parricida (que sigue libre) se robó toda la plata de la Fundación Madres de Plaza de Mayo en complicidad con el jamás nunca bien ponderado Elías “Sugus” Suárez (también en libertad); “la conexión” que eligió Gerardo Zamora para el ladrón de Schoklender.
En nuestro medio, estos dos personajes se quedaron con los dineros nacionales destinados a la Fundación para construir casas y pagar a los empleados. Además, “Sugus”, que no se pierde una y se prende en todas, le pidió y logró que el parricida le designe jefa de Personal (de “Sueños compartidos”) a su hija.
Así le fue a la Fundación por estos lares.

La represión

Zamora y “Sugus” dan vueltas y no les resuelven los problemas salariales a los cerca de 700 empleados que, con sus familias a cuestas, se vieron obligados a protestar enfrente a la Casa de Gobierno una vez por semana.
El pedido escrito en una pancarta recibió, de los deudores, los palos, los perros y los balazos.
Es que la presidente Cristina Fernández de Kichner decidió que las obras y los empleados pasaron a depender de los gobiernos de provincias, una vez que Hebe y Sergio, al quedar descubiertos como ladrones, fueron despojados del manejo de este plan.
Fue así que a tres días de las elecciones primarias, Zamora decidió reprimir a los empleados y convocó a la Guardia de Infantería para rodear la Casa de Gobierno, a fin de no admitir ningún tipo de protestas que molesten sus tiempos pre-electorales.
Metan palos, fue la orden, y aquí está el resultado con un trabajador con la cabeza rota.
Los policías santiagueños recordaron entonces los mejores tiempos de la dictadura militar y metieron palos, perros y balas a los indefensos empleados que estaban acompañados de mujeres e hijos.
No hubo contemplaciones. Por orden del “Gran” Zamora los corrieron de la plaza San Martín y los acorralaron en Belgrano y Rivadavia. La policía represora pegó ferozmente.
Por supuesto, se escondió el gravísimo hecho. No fue “noticia” para nadie. Es que aquí estamos conminados a ser sordos y mudos. El mandamás paga bien y en tiempo y forma, por lo que hay que callar.
Muchos transeúntes y automovilistas, así como empleados públicos que salían de sus oficinas, fueron testigos de la represión. Muchos soñaron estar en Siria, hasta que despertaron y se encontraron con el “nuevo Santiago” de Zamora.
Los cientos de testigos observaron el trabajo afanoso de camarógrafos y periodistas que registraban la represión, aunque después se decepcionaron porque nadie publicó nada. Es el “nuevo Santiago”, repetimos. Hay que ubicarse.
Excepto el diputado provincial José Luis Zavalía, que mientras regresaba de Tribunales fue interceptado por los obreros en Absalón Rojas y Rivadavia, siendo el único legislador que se compadeció de los sufridos trabajadores y sus familias, e incluso se comprometió a presentar (el martes 16)un proyecto, exigiendo una serie de explicaciones al Jefe de Gabinete Elías Suarez.

La caravana del represor

Otro empleado de la Fundación “Madres de Plaza de Mayo”, baleado por la policía de Zamora.
Tampoco nadie registró la tamaña cantidad de insultos que recibió el gobernador Zamora cuando pasó con su “caravana de la represión” por la avenida Costanera. Los trabajadores de “Sueños compartidos”, que provienen de barrios pobres como Bosco III y el Pacará, se reunieron en casas de éste último conglomerado, y salieron a la Costanera a putear al gobernante insensible y represor.
De vuelta, Zamora recurrió a la policía, aunque esta vez los uniformados se llevaron la peor parte. Los muchachos, armados con piedras, corrieron a los uniformados de El Pacará.
Lo que nadie pudo detener, tampoco, fue la ofensiva de insultos a la “primera magistratura”, sobre todos los familiares que habían soportado la represión cerca de la Casa de Gobierno.

Son pobres, que se cag..n

La Casa del Gobierno, donde residen “los más votados”, custodiada por la Guardia de Infantería ante un pedido de pago de trabajadores.
Una empleada de la Casa de Gobierno escuchó una conversación en el primer piso de la sede gubernamental cuando el primer mandatario y sus colaboradores cercanos fueron informados que había hombres, mujeres y niños lesionados por los golpes y las balas de la policía, en Belgrano y Rivadavia.
El mandamás espetó: “que se cag..n”.
Afuera, una chica acababa de desmayarse. Un chico estaba lesionado en una de sus piernas. Dos obreros heridos; uno, con tres impactos de balas de goma en su espalda, el otro con tajos en la cabeza.
No apareció ambulancia alguna. Los abandonaron a su suerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esto es muy triste, no solo para estos trabajadores, sino para todos los santiagueños que se rompen el lomo trabajando y luchan por sus derechos, pero lamentablemente el domingo 14 el pueblo avaló a esta gente, a esta gestion, incluso avaló estos hechos con su voto.