Monseñor Adolfo Uriona, obispo de Añatuya, preocupado por el asesinato de Cristian Ferreyra. |
“Lamentablemente los conflictos en relación a la posesión de la tierra entre los campesinos y presuntos nuevos propietarios han crecido considerablemente en los últimos años en varias zonas de la diócesis de Añatuya. Percibimos, a su vez, una gran dificultad para buscarles a los mismos una solución justa, equitativa y pacífica, de parte de quienes tienen que hacerlo”.
“Es de temer que la violencia, que no es cristiana ni tiene nada que ver con la Buena Noticia de Jesús, pueda dominar los corazones, con consecuencias imprevisibles para todos, pero donde siempre se verán mayormente perjudicados los más débiles”.
“Agradezco la presencia y la acción de las Hermanas Dominicas de la Anunciata como la del P. Leo Gramer quienes acompañaron en todo momento a la madre y a la familia de Cristian Ferreyra en estos momentos de dolor y duelo. Esta comunidad de hermanas, cuya sede está en Nueva Esperanza, desde hace mucho tiempo vienen sufriendo estos conflictos por el tema de tierras en esa zona”.
“Le pedimos a ‘Jesucristo, Señor de la historia, que nos conceda la sabiduría del diálogo’, para alcanzar una solución a esta problemática que tan fuertemente aqueja a nuestra provincia", concluye el documento del pastor de la Diócesis de Añatuya.
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