martes, 29 de septiembre de 2009

“Milicada” y “juarismo”, en Salud


Hace dos meses que los trabajadores de la Salud de Santiago del Estero (planta permanente, contratos precarios, programas Salud Familiar y Trabajar) se mantienen “en alerta y en asamblea”. Incluso, llevan realizadas tres movilizaciones por los siguientes reclamos: Salud como política de Estado; mejoras salariales; erradicación de contratos precarios e incorporación a plata permanente (existen 2.400 cargos vacantes en el área); salario mínimo de $2.400; aumento del presupuesto de Salud ante la falta de insumos en los hospitales y Upas; mayor recursos humanos en los centros; pago del 82% a jubilados, y actuación judicial para terminar con el vaciamiento del Instituto de Obra Social del Empleado Público (Iosep).

Aunque nadie los escuche y diga nada de esta lucha de los hombres y mujeres que trabajan en Salud, la valentía y dignidad con la que defienden sus derechos está fastidiando (y mucho) a éste gobierno provincial radical-kirchnerista. Veamos. El 4 de septiembre, cuando fueron a entregar un petitorio al ministro de Salud Luis César Martínez, se registró la primera represalia de los demócratas de Santiago: el médico Gustavo Cáceres fue separado del cargo de director del hospital de Bandera Bajada, Figueroa.

Entre tanto, los propios funcionarios del área, con el ministro a la cabeza, en lugar de solucionar la calamidad en la que se encuentra la Salud de Santiago del Estero, se dedican a llamar a la policía y a Gendarmería y a denunciar “que los autoconvocados van a tomar instalaciones”. Por supuesto que los trabajadores no se amilanan y continúan en la lucha, recibiendo, por ejemplo, el apoyo incondicional de vecinos de Bandera Bajada, frente a la Casa de Gobierno. Los pobres, provenientes del departamento Figueroa, aspiraban a solicitar a las autoridades del Poder Ejecutivo que reintegren al médico Cáceres. Esperaron 12 horas. (Claro, viven lejos y no saben que del primero al último de este gobierno radical-kirchnerista no atiende a nadie porque siempre está “reunido”; las 24 horas).

¡Pobre vecinos de Bandera Bajada! Todo el día esperando frente a la Casa de Gobierno, custodiados por un fuerte dispositivo policial, y nadie que los atendiera. (Bueno sería acordarse de estos desplantes a la hora de depositar el voto).

Al margen de estas “clases democráticas”, los muchachos de Salud siguen la lucha y parece que no van a parar. Claro que en la tercera movilización les cayó otra represalia. Esta vez le arrebataron el contrato de locación, de $700, al educador sanitario Juan Carlos Chazarreta, que trabajaba en una UPA.

Mucha política con tufillo a “la militada”. El 18 de septiembre desplazaron de la coordinación de una UPA a la doctora Teresa Santillán, médica de familia y especialista en Salud Social y Comunitaria. (“Cacho” Flores Turk explicó que había que sacarla porque para el ministro “todas las coordinadoras tienen que tener el mismo color político”). Como nadie dice nada, este gobierno impulsa políticas parecidas a la de la dictadura militar y a la del juarismo. No importó que esta médica sea de una sólida formación o que defienda a la Atención Primaria. Su pecado fue admitir que los trabajadores elijan delegados. ¡Tomá tus libertades civiles!

¡Ah, pero hay “amigos del poder”! Es el caso de la odontóloga Graciela Toscano de Lorenzo (esposa del diputado zamorista Raúl Lorenzo), quien es de planta permanente con 20 horas en una UPA. Dicen los trabajadores en lucha que apenas cumple una hora por día. ¡Y pensar que, además (como se dice kirchnerista), es la delegada provincial del Inadi! Cuando sus compañeros (de trabajo) fueron a pedirle que intervenga (por la cuestión de las persecuciones y discriminaciones), la señora de Lorenzo no dudó en ponerse del lado de la patronal (el Estado).

Veamos, este ministro Martínez ¿no vino acaso con Pablo Lanusse a sacarlos a los Juárez y a consolidar la democracia y a defender los derechos humanos?

Pese a la bronca y a la tensión en Salud, hay cosillas interesanes, como una jugosa anécdota que pinta de cuerpo entero a la pléyade (de ineptos, por supuesto) que gobierna Santiago. Esto contestó el ministro Martínez a los delegados: “Yo no soy representante, no soy puente, no soy gestor. Este petitorio es nuevo, y cuando se hace el pan hay que amasarlo, dejarlo leudar, y el horno tiene que estar a punto”

Claro, Martínez, como muchos foráneos (es cordobés, y en este gobierno hay muchos cordobeses o mendocinos en los cargos principales), no sabe que los autoconvocados del Ministerio de Salud llevan cinco años leudando y, encima, el horno no está para bollos.

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