En ocasión de pronunciar la Presidente , uno de sus numerosos discursos diarios, en esta oportunidad durante un acto en un anexo de la Biblioteca Nacional , alguien del público le gritó: “Genia”.
Obviamente, el supuesto elogio se supone que fue un sarcasmo o una ironía de uno de los presentes, o expresada por uno de los tantos adláteres pagados para servir de “público entusiasta y incondicionalmente adicto al régimen”, o un beneficiario de los favores o prebendas gubernamentales, o simplemente de alguien que vive, como la pareja presidencial en una esfera de gas, en el limbo de la realidad.
Luego del exabrupto, que dejó claramente en evidencia, consciente o inconscientemente, su pensamiento íntimo, intentó arreglar lo que había visceralmente expresado.
Pero la torpeza ya había sido cometida. Es casi un procedimiento normal en los Kirchner. Decir o hacer, y luego, cuando ven que no fue lo suficientemente pensado o analizado, dar marcha atrás. Pero tampoco siempre es así. Frecuentemente, aún cuando ven claramente su equivocación, persisten tozuda y tercamente en su error.
En ambos casos, torpezas de esa naturaleza, en el más alto nivel gubernamental, trae indefectiblemente graves consecuencias para el país.
Hace solo un par de días atrás Cristina anunció que suspende la visita de Estado a China prevista para comenzar el próximo 26 de enero, por cuestiones institucionales y de política doméstica que, a su juicio, se lo impedían.
En su anuncio la mandataria responsabilizó de la decisión al vicepresidente Julio César Cobos porque “no se ajusta (con sus acciones) al rol constitucional de suplir al Presidente cuando no está”. “Todo ciudadano tiene derecho a oponerse, pero no desde la vicepresidencia porque la Constitución tiene un rol muy claro…”.
En realidad el motivo es otro, pero como siempre, tergiversando la realidad e inventando algún hecho para ser tapa de los periódicos y ocultar la verdad de su decisión. Lo que busca la Presidente es no estar alejada del crucial tema del Fondo del Bicentenario y la remoción del presidente del Banco Central.
Porque seguramente estas cuestiones son decisivas para la gobernabilidad futura de este maltrecho gobierno. Y en consecuencia, de ello depende la suerte del matrimonio real.
Otra de las causas que se barajan es que Cristina tenía previsto firmar con su par chino, Hu Jintao, compromisos bilaterales para la compra de infraestructura ferroviaria destinada a renovar el grueso del sistema argentino de trenes. Un negocio millonario que requería, como tal, el respaldo de los dos presidentes para poder ser llevado adelante. El inconcebible dislate del BCRA y de su presidente, frustró su concreción sobre la que se venía trabajando ya hace meses.
De una u otra manera, la decisión de la “Genia” frena negocios con China por casi US$3000 millones. ¿O era un nuevo cuento chino?
No se sabe a ciencia cierta cómo afectará esta nueva afrenta diplomática la futura relación con la ya segunda potencia económica mundial. Algunos analistas afirman que la suspensión del viaje de Cristina es una “ofensa” a China.
Y cada vez se van acumulando más equivocaciones y errores que le impiden al país salir de la chatura y descrédito en el ámbito internacional.
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