Un conflicto que crece ante la indiferencia del estado
Cinco meses después de iniciado, el conflicto que enfrenta a los trabajadores del sector de la salud con las autoridades de la provincia de Santiago del Estero ha crecido hasta convertirse en un gravísimo problema público que afecta sensiblemente a la población, pero que el gobierno –por ahora- parece no comprender.
El personal del policlínico Dr. Ramón Carrillo inició el 18 de enero un paro por tiempo indeterminado, y salvo guardias y servicios de urgencia, el principal centro de salud de la provincia está paralizado. En el día de ayer, una enfermera del nosocomio llamada Adriana Contreras inició una huelga de hambre en el hall central de la institución. En una entrevista telefónica con periodistas de Radio Nacional, expuso las razones que la llevaron a esta decisión: los bajos salarios del personal médico y paramédico, los precarios contratos de locación de centenares de sus colegas, que no contemplan aportes jubilatorios ni licencia por maternidad en el caso de las mujeres.
Dos días antes, el mismo medio difundió la entrevista a otra dirigente que había marchado sosteniendo una antorcha en la Plaza Libertad , y luego ante la Casa de Gobierno. “La gente nos aplaude y nos hace sentir su apoyo, pero el gobierno no nos escucha”, dijo al comentar la protesta que desde hace meses se realiza todos los jueves. Las dos empleadas señalaron que el movimiento se denomina “autoconvocados”, pues no cuentan con el apoyo de los gremios que nuclean a los trabajadores del sector. Además, las molesta el maltrato de las autoridades, que sólo responden a sus demandas con una brigada de la policía antimotines.
En la misma situación se encuentra una docena de médicos y médicas que han sido cesanteados por apoyar la protesta, pues los organismos que los representan –Colegio y Consejo Médico- también padecen de sordera. Uno de ellos conversó la semana pasada con Nelson Castro, en su programa de Radio Mitre. “Le agradezco el espacio que nos da –dijo el médico Gustavo Cáceres- ya que no lo encontramos en los medios de prensa de la provincia”.
Es que además de falta de apoyo gremial, el movimiento es ninguneado por la prensa “oficial” –el añoso Liberal, el Nuevo Diario, decenas de revistas y radios FM que el gobierno ha amordazado con la propaganda que difunde la Dirección de Ceremonial y Prensa, según la cual Santiago del Estero se encuentra “en crecimiento”.
Así es como procede el gobierno: generoso en cheques y amenazas a los huelguistas, recomienda a los medios economizar tinta, y palabras. Como en tiempos anteriores a la intervención federal de 2004, durante el gobierno de Aragonés de Juárez, quien quiera enterarse de lo que pasa en Santiago deberá escucharlo en la calle o en la prensa de allende la frontera, porque el complaciente periodismo local parece haber suscripto con el poder político un peligroso pacto de silencio.
Entretanto, las autoridades tampoco economizan desaciertos. Cuando la semana pasada el médico cordobés Luis Martínez visitó el Hospital Regional en su rol de Ministro de Salud, se proponía poner en funciones a Raúl Montenegro como nuevo director, que pondría en caja a los rebeldes. Como todos los días, el ministro había leído los diarios, y creyó en lo que decían: nada. En la tumultuosa reunión que siguió abundaron las protestas a viva voz, los empellones, y los huevazos que dieron en el blanco.
Mientras se bañaba y decidía enviar su traje a la tintorería, el ministro comprendió las ventajas de un periodismo que informe con veracidad acerca de lo que sucede. En realidad, le hubiera bastado leer en Internet lo que queda en Santiago de prensa independiente: aunque perseguidos y hackeados, hay blogs y sitios alternativos que también ahorran tinta pero no críticas.
De eso se trata: el compromiso de un periodista no se limita a cagar tinta, sino en decir lo que cree que tiene que decir, aunque sea incómodo para los oídos del poder. Es que los servicios de salud pública están en terapia intensiva, con pronóstico reservado. En cuanto a la prensa “oficial”, debería también concurrir a la guardia de urgencia, pues su médico de cabecera, al igual que el gobernador Zamora, se encuentra de vacaciones.
Cuando dentro de pocos días cumpla su quinto año en el poder, el gobierno provincial no dudará en poner este conflicto en el primer lugar de la lista de los ya numerosos cuestionamientos a su política, dispendiosa en obras pero poco eficiente en la administración de los servicios públicos. El presupuesto alimentado con partidas nacionales permitió construir un autódromo en Río Hondo, una terminal de ómnibus en la capital, y cinco nuevos hospitales en Pinto, Monte Quemado y otras ciudades medias. El autódromo y la terminal van sobre ruedas y le sirvieron al gobernador para pronunciar esta curiosa frase: “Santiago motoriza el desarrollo”. En cambio, nada dijo de los hospitales, semivacíos por falta de personal que los atienda, pues los bajos salarios desalientan el ingreso, y las presiones oficiales la permanencia.
Esto hubiera horrorizado al ilustre médico santiagueño Ramón Carrillo, que dedicó su vida a construir un sistema de salud pública estatal eficiente, inclusivo y previsor. El costo mayor del problema que enfrentamos es para la población en riesgo, los internos que esperan una operación, o el análisis del servicio de oncología, pues, como dijo Cáceres en la entrevista que cité, “esperan turno para saber si les toca o no morir”. Tal vez deban concurrir a la flamante terminal para comprar un pasaje a otro destino.
Extraído de http://papelesdemaco.blogspot.com/
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