viernes, 12 de noviembre de 2010

Máximo: bolsillos llenos y obediencia a Cristina

Máximo Kirchner.
La Juventud Peronista del kirchnerismo reconoce como ilustre referente a la JP de los setenta, cuyo núcleo más dinámico era Montoneros, pero presenta marcadas diferencias con sus mentores.
En primer lugar, es otro el clima de época: en los setenta se pensaba que el socialismo estaba a la vuelta de la esquina y los jóvenes entendían que la lucha armada podía acelerar la llegada de la “patria socialista”. No se sabía bien cómo sería ese paraíso pero se hablaba de nacionalizar los medios de producción y de reemplazar la democracia liberal, con su estado de derecho formal y sus partidos burgueses, por una democracia popular, material, real, al servicio de las mayorías populares; un modelo parecido al cubano pero con características nacionales, propias.
En sus años de esplendor, Montoneros supo interpretar ese clima de época y atrajo a jóvenes de todos los sectores sociales, a quienes no les preocupaban los cargos en el Estado ni los puestos legislativos sino conducir al pueblo a la revolución socialista y la liberación nacional.
Montoneros fue una creación de abajo hacia arriba y tal vez ésa esa la principal diferencia con la JP kirchnerista y, en especial, con La Cámpora , el grupo creado por Máximo Kirchner en 2003 para apoyar a su padre, el presidente Néstor Kirchner, que en aquel momento tenía un proyecto transversal, presuntamente superador del peronismo.
La Cámpora nació de arriba hacia abajo; tanto es así que sus principales liderazgos siguen siendo funcionarios del gobierno nacional o de empresas estatizadas, como Aerolíneas Argentinas. Son jóvenes con plata en estos tiempos de ingresos fiscales fabulosos, gracias a la soja y a otros yuyos, y esa situación, que incluye todos los oropeles del poder (las mordomías, dicen los brasileños), modera los fuegos juveniles: los jóvenes K son bullangueros y están dispuestos a encarnar las batallas del gobierno pero, en el fondo, son reformistas moderados y animan utopías reducidas. Se los puede considerar de izquierda o progresistas sólo si se entiende por ese sello un estatismo difuso, donde las empresas estatales son valoradas como un botín, sin mucho énfasis en la eficacia: el mejor ejemplo es Aerolíneas Argentinas y el caos actual en Ezeiza.
Además, los jóvenes K son obedientes al poder político y en este sentido no cometerán el gran error de Montoneros, que en 1973 se atrevió a competir con el propio Juan Perón por la conducción del peronismo y del país. Esa política, que se cristalizó en el asesinato del sindicalista José Rucci, fue suicida para ellos ya que los fue separando de los sectores populares y los redujo a un aparato militar.

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