martes, 22 de marzo de 2011

Injusto ataque de Timerman al diario La Nación

El ministro de Cristina Fernández de Kirchner, contra el centenario matutino.
El canciller Héctor Timerman dijo que la justicia argentina debería condenar a los "civiles que fueron cómplices" de la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983. "No alcanza con condenar a los militares, hay que condenar también a los civiles que fueron cómplices y usufructuaron el terrorismo de Estado en beneficio propio", afirmó Timerman durante un acto en el Palacio San Martín en homenaje a detenidos-desaparecidos que trabajaron en la Cancillería.
En declaraciones a la prensa, el ministro acusó a La Nación de ser "cómplice" de los delitos que se cometieron durante la dictadura, según informó la agencia oficial Télam. "Una de las empresas propiedad de La Nación es parte de lo que usufructuaron gracias al terrorismo de Estado con el secuestro de la familia Graiver. Ellos son parte, por eso La Nación no va a querer nunca que se haga justicia", remarcó.
Timerman señaló que el diario publicó un editorial "a favor de la señora Ernestina Herrera de Noble (dueña del Grupo Clarín), de Martínez de Hoz (el ex ministro de Economía de la dictadura) y de Jaime Smart (ex camarista)", que fue quien, dijo, "ordenó" el secuestro de su padre, Jacobo Timerman.
En realidad, el responsable de la política exterior del gobierno de Cristina Kirchner hacía referencia a un artículo de opinión publicado en la página 15 firmado por el presidente de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia, Alberto Solanet.
"Esas personas no pueden estar libres por las calles. No alcanza con condenar a los militares, hay que condenar también a los civiles que fueron cómplices y usufructuaron el terrorismo de estado en beneficio propio", sentenció Timerman.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En la película argentina El Cartel, ambientada en los años ´50está muy clarito la función de los medios y los por qué de estas alianzas con golpistas y la prensa.
No siempre pasaron cosas que tenían que pasar, sino también las que querían los poderosos.