Pese a la ofensiva de sojeros y amigos del poder zamorista, el Mocase sigue resistiendo en defensa de sus tierras heredadas de padres y abuelos, con protestas en Santiago y en la Capital Federal. |
Manejan a jueces, al Registro de la Propiedad y a la dirección de Bosques. Son abogados, escribanos o políticos muy allegados a los ministros Ricardo Daives (Justicia), José Emilio Neder (Gobierno) y al propio gobernador Gerardo Zamora, que se encargan de conseguir campos para grandes inversores foráneos. No trepidan en nada, y por ello ocurren sucesos como el asesinato de Cristian Ferreyra, en Copo.
El Mocase, por ejemplo, responsabilizó a funcionarios provinciales, judiciales y policiales, y apuntó al juez Alejandro Fringes Sarria (con sede en Monte Quemado), porque recibió varias denuncias y nada hizo para detener la escalada de violencia.
Lo que no saben los campesinos es que una abogada allegada a Daives es la “más laboriosa” en la confección de los “papeles” que liberan predios a favor de los terratenientes, de quienes recibe fuertes recompensas y, al acto, se convierte en representante legal.
Los policías de Neder (de alta graduación), hacen lo propio jugando siempre a favor de los foráneos que llegan para producir sojas y, con el fuerte respaldo de los uniformados, mandan a sicarios a cometer horrendos hechos como el crimen de Cristian Ferreyra.
El hermano del gobernador Gerardo Zamora, el concejal Daniel Zamora, también incursionó como comprador de campos, utilizando para ello a su nuevo prestanombres o testaferro, un tal Pablo Toviggino. Son los que hicieron aterrizar en el campo santiagueño a una conocida banda de facinerosos de San Miguel de Tucumán, que se encargan de “combatir” a los representantes del Mocase.
“Dividieron la geografía”
Con total impunidad y sintiéndose “dueños de todo”, estos amigos y parientes de altos funcionarios provinciales han convertido a los campos fiscales (de grandes extensiones) en “tierra propia”, tanto que a la comarca conocida como “El Desierto”, la dividieron en dos sectores; “uno para mí, el otro para vos”.
Por ello es verdad lo que denunció el Mocase, que se apersonaron los sicarios y metieron tiros a quemarropa.
Estos amigos del poder dan órdenes de tomar por asalto los predios y arrasan con el campesinado, en un maridaje increíble y peligroso entre los que se presentan como “zamoristas” y los empresarios foráneos.
Los respaldan los jueces y la policía (cómplices), se manejan con mucho dinero, se conducen en camionetas 4 x 4, contratan barras de matones traídos de Tucumán y hasta a las “barras bravas” de clubes de la Capital de Santiago.
Claro que no saben que desde hace más de dos décadas existe el Movimiento Campesino Santiagueño (Mocase), integrado por familias nativas dispuestas a defender con uñas, dientes y hasta con sus vidas (como Cristian Ferreyra), ese pedacito de tierra que les dejaron sus padres y abuelos.
La decisión la tiene Zamora
O Zamora, como jefe de la administración provincial, cambia a sus malos funcionarios y enjuicia a los “amigos” y parientes que se auto-titulan “zamoristas”, o esta “guerra” le va a acarrear inconvenientes de insospechadas consecuencias.
Si no tiene información, podría convocar a los insobornables miembros del Mocase y ellos le van a decir la verdad: desde hace seis meses, sus amigos y parientes procuran arrasar con los campos fiscales de Copo, Pellegrini y Alberdi, y “venderlos” a sus “socios” foráneos y sojeros.
Otro dato, para su ilustración: el Mocase es una fuerza incontenible y de ello ha hecho demostraciones este viernes, con marchas y protestas en Buenos Aires, y un coraje como pocos, tanto que se manifestó por la Casa de Gobierno y el Poder Judicial de Santiago del Estero, animándose a acusarlos de “asesinos”.
Es tiempo de reflexión y mesura. No de resentimientos y persecuciones. Puede haberse iniciado el deterioro de su administración.
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