jueves, 9 de abril de 2009

“La Bonafini”



Por A. Ussía, desde España.

Quizá el ser más miserable y repugnante de cuantos van y vienen por el mundo a costa de los muertos, sea Hebe de Bonafini, la que domina un sector de las «Madres de la Plaza de Mayo».

Este movimiento surgió de una idea noble y respetable. Muchas de las madres que perdieron a sus hijos se unieron para denunciar aquellas muertes. Al cabo de los años, las «Madres de la Plaza de Mayo» iniciaron su disgregación.

Algunas, cansadas de luchar por un imposible -la recuperación de sus hijos-, y otras muchas, hartas del protagonismo y el sesgo que daba a su noble asociación Hebe de Bonafini. Esta incendiaria cotorra se mueve por el rencor.

Para mí, que un rencor social previo a la propia Dictadura Argentina. Es una mala persona, y con su pañuelo anudado a la cabeza ha viajado por todo el mundo sembrando odios y venganzas. Lo ha hecho amparada por la Izquierda más tonta y extrema, que ya recela de su figura. Y a todo plan, en hoteles de lujo y volando en primera clase, como buena revolucionaria de bote.

En España fue agasajada y mimada en varias ocasiones, y no se le concedió un premio importante porque los bobos políticamente correctos estaban entusiasmados con Rigoberta Menchú, la santita guatemalteca.

De un tiempo a esta parte, Hebe de Bonafini se ha convertido en la gran defensora de Batasuna y la ETA. Buena noticia para la ciudadanía. Ahora ha vuelto a la palestra enviando un mensaje de solidaridad a los presos de la banda terrorista, en el que les recuerda «que las Madres de la Plaza de Mayo peleamos y nos solidarizamos con los presos políticos vascos y que nunca estaremos con los asesinos, los torturadores y los fascistas».

Además de perversa y loca, esta gorda es gilipollas de nacimiento. Resulta cansador explicar a esta resentida que en un Estado de Derecho los presos políticos no existen. Están en la cárcel por asesinar, secuestrar y torturar.

Y que el uso del término «fascista» para definir a quienes defienden la libertad y la vida de todos y respetan las leyes, es ya una costumbre idiota.

Se le podría responder que los fascistas son aquellos que ella ampara con su delirio, pero caeríamos en el juego del error semántico y conceptual que tantos resultados ha dado a los asesinos con la colaboración de la necedad.

No son fascistas, sino estalinistas, aunque se muevan protegidos por un sistema fascista -la revolución de la burguesía-, que acude a misa todos los días y establece diferencias entre los grupos sanguíneos, los cráneos y demás requisitos de pureza de raza entre unos y otros.

Pero Hebe de Bonafini no cesa, y su actividad, molesta e hiriente para las personas decentes, puede resultar altamente beneficiosa por su esquizofrenia progresiva. Tener como aliada a Bonafini es lastre de difícil superación.

Nadie, con una inteligencia y sensibilidad medianamente normales en el mundo, toma en serio a esta chupona de su propia sangre, que ha hecho del cadáver de su hijo, su pasaporte, su agencia de viajes, su negocio y su forma de vivir.

A estas alturas de nuestra tragedia, del dolor, de las lágrimas, con mil muertos asesinados de disparos en la nuca y explosiones de bombas, con la desesperanza y la amargura de las familias de los inocentes masacrados, con la opinión internacional ya, al fin, convencida de que la ETA es simplemente terrorista y Batasuna es la ETA, con decenas de tumbas de cadáveres de niños destrozados por el gélido odio del terror, no es tolerable que venga la gorda y nos abra, aún más, nuestras heridas.

Cállese la cerda y no se mueva de su corralito.

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