domingo, 20 de febrero de 2011

El derecho a estar informados

Por Eduardo José Maidana.

El liberalismo (como libertad) lidió por el derecho a expresar ideas y opiniones. El medio de verdad independiente hoy es atacado arteramente desde el gobierno por monopólico (grupo Clarín), oligárquico (La Nación), destituyentes (los producidos por grupos adversos) para amparar el monopolio propio. Pero la cosa tiene otra cara que nos atañe en el cotidiano uso de nuestra condición de audiencia o de lectores.
Dicha otra cara es el puntal de estas libertades: el derecho a ser y estar bien informado con verdad y tiempo oportunos que cada uno, persona, grupo o pueblo tiene de modo imprescriptible. Luego, lo que la mediología (estudios de los medios) deberá estudiar en las taras de la “mediocracia” (poder político de los medios), es la mutilación y daño al derecho a “saber de qué se trata” obstando así la participando de los bienes de la cultura, el control del poder y la humanización de una sociedad plural.
Derecho que no es un favor del gobierno que lo permite ni una gracia del dueño del diario, tevé o radio, tanto no lo es que, violado ese derecho a ser informado con veracidad y tiempo oportuno, la propiedad resulta en entredicho y el ejercicio del ministerio público de la comunicación (concesión de la onda) a su cargo una usurpación maliciosa. Riesgo hoy más presente que nunca. El tema abierto a los cientistas sería: 1) tener un medio ¿no inhibe el derecho a pretender el poder político en elecciones en las que su dueño aventaja a los demás?; y 2) desde el poder político ¿no es causal grave de juicio político la participación total o parcial, directa o indirecta de un medio de comunicación por la misma desigualdad que genera?
Se repite una cuestión clásica muy actual: a) participar o no en la disputa por el poder; y b) participar o no en la gestión desde el poder.

Sociedad civil

Para el populismo la movilización y el plenario en la plaza agota la simulación democrática en el apoyo a los gritos; y para la real democracia presupone la participación eficaz en la gestión del poder desde la Sociedad Civil. Asombró a Toqueville en Estados Unidos esa Sociedad Civil que controla, critica, apoya y acompaña “la legitimidad de ejecución” del poder desde el gobierno (administración llaman los yanquis) del Estado para lo cual el derecho a ser y estar informado es vital, tanto como el derecho a pensar e informar. En el caso a) legislador puede ser cualquiera; en el b) sólo los que sirven al sistema democrático en una res-pública que, por serlo, deberá ser transparente y pública en el manejo del Estado.
Este derecho surgió del pensamiento católico. “Si la prensa es órgano de la sociedad, voz y oído de ella, el primer problema moral, que debe resolverse afirmativamente, es su derecho a existir con personalidad propia en el Estado y a veces frente a los abusos del Estado. No se trata de un derecho “de” la prensa como de un derecho del ciudadano, servido “por” la prensa. Es el sujeto responsable de deberes sociales y políticos el que tiene que estar informado y debe dejarse oír”. ((El derecho a la verdad. Doctrina de la Iglesia sobre prensa, radio y TV. 1968).

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