Luis Pico Estrada
Ha comenzado a inquietar el aumento gradual en la imagen positiva de Eduardo Duhalde (merodea los 30 puntos). Hay un 33% de “regular” -cifra oscilante- y el resto negativa. Se trata de una encuesta difundida por Carlos Fara, de cuya objetividad no puede dudarse.
Según otras encuestas reservadas circulan diversas interpretaciones del ascenso de Duhalde: responde a necesidades concretas del justicialismo. Se resumen así:
-Carlos Reutemann: no se define.
-Mauricio Macri: en baja y con dificultades de estrategia trazada por su consultor político, el verboso Jaime Durán Barba.
-Francisco de Narváez: es improbable que la Corte Suprema le conceda el pase por su condición de extranjero.
-Daniel Scioli: depende de lo que resuelva el gobierno K, entre tanto vacaciona en el nevado Saint Moritz, Suiza.
-Rodríguez Saá: las cifras son muy bajas y carece de diseño estratégico.
-Felipe Solá: su trabajo político no le reditúa en números concretos.
Frente a ese panorama, según el análisis de los consultores, la decisión de Duhalde de presentarse “y dar pelea” le da muy buenos réditos. Duhalde tiene otra virtud: la fortaleza de sus vínculos con las fuerzas agropecuarias, industriales y sindicales, con asesores permanentes como el economista Jorge Todesca o el gremialista Jerónimo “Momo” Venegas. Es la punta de un iceberg de personas que trabajan intensamente, dentro y fuera de la organización.
Es probable que ya esté al tanto de los crujidos del mundo y la sombra que oscurece la Argentina : una inflación galopante capaz de sacudir cualquier proceso político.
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