En menos de dos meses el gobierno provincial encabezado por el ¿radical? Gerardo Zamora cumplirá cinco años de mandato. Un tiempo prudencial como para intentar sacar algunas conclusiones, aunque le falten más de 46 meses para dejar el cargo de primer mandatario santiagueño.
Los que tenemos memoria no olvidamos que el actual gobernador formó parte durante muchos años de la funcional “oposición” radical al otrora hegemónico juarismo, aquél régimen de terror que ya pocos parecen recordar y que tuvo a Musa Azar como figura emblemática de la represión.
Integró largos años la facción radical comandada por el caudillo José Zavalía, oficiando de “todoterreno” del ex jinete, quien en sus alforjas tiene un envidiable currículum: dos veces intendente de la ciudad Capital (en la segunda “gestión” se fue debiendo cuatro meses de sueldos a la administración municipal), ex diputado nacional, ex senador nacional y actual diputado provincial y -quizás- candidato a intendente en las próximas elecciones municipales de mediados del corriente.
“Zamorita” fue el más ilustre garronero que tuvo Zavalía y por ello en 1999 se convirtió en su vice-intendente y en 2001, tras la huída de “José” -como aún le dicen aquellos que emulan la memoria de los peces- para asumir la beca de senador nacional por Santiago del Estero, se transformó en intendente de la ciudad capital. Y fue entonces, al producirse esta ruptura de la cadena de mandos, cuando consiguió que el entonces concejal Julio Alegre tomara partido y se subiera al tren zamorista. Apagó el fuego del incendio municipal a puro lecops generosamente “prestados” por los poderosos, quienes también se mostraban muy interesadon en terminar con la irresponsable gestión zavalista y soltarle la mano al “Tata”.
El “Tata”, a esa altura ya convertido en Protector Ilustre de la provincia al igual que su ilustrísima Nina, no quiso intervenir la municipalidad de la Capital aunque estaban dadas todas las condiciones para ello.
Así fue que en setiembre de 2003 -Zamora- obtuvo un arrasador triunfo en las elecciones municipales consagrándose intendente y Julio Alegre (por favor, no lo olviden) en presidente del “honorable” Concejo Deliberante. En abril de 2004 el gobierno nacional intervino la provincia ante el desmadre ninista-juarista y en las elecciones de febrero de 2005, Zamorita se impuso al patético candidato peronista Pepe Figueroa, asumiendo la gobernación en marzo siguiente y -gracias a su dedo- Alegre fue elegido intendente para completar el mandato por el período restante. Lo que pasó con Alegre torna inútil abundar en palabrerío y debe recordarse que ambos recibieron en junio de 2009 a la presidenta, cuatro días antes de las elecciones nacionales del 28 de junio.
Fiel a su memoria de muchacho sumiso a los que están arriba de él en la pirámide, la misma noche de la elección provincial empezó a chuparle la media a los Kirchner enviándole mensajes de genuflexión tan arraigados en él. Y enseguida comenzó su tarea de cooptación a los dirigentes políticos, gremiales y de todo color -cualquier parecido al kirchnerismo no es pura coincidencia-, todos ellos de utilería. Así formó numerosas “mesas de diálogo” a cargo del inefable “Sugus” y sedujo hasta a algunos muchachos progres que solían gustar de gritar sus diatribas contra el juarismo. Ese engendro llamado Frente Cívico que comanda con mano de hierro y cara de nada el gerente Zamora (UCR, viudas e hijas del juarismo, más decenas de sellos de goma, gremialistas desfachatados, progres borocotizados, etc.) “está construyendo la nueva provincia”.
Todo parece indicar que lo están haciendo fuera del territorio santiagueño, en Córdoba, Punta del Este, San Luis, etc. Un montón de escuelas, hospitales, rutas, autódromo, Terminal de Ómnibus, etc. ha sembrado el actual gobierno provincial. También ha exportado la marcha de los bombos y desde 2003 han iluminado el cielo santiagueño al despuntar el 25 de julio. Media hora de fuegos artificiales para ¿festejar? la tinellización de la sociedad embobada de tanta felicidad (¿?).
Y ¿actualmente, qué? Sosteniendo el “obraje del siglo XXI”: los contratos de locación. Y logrando lo que parecía una misión imposible: amordazamiento total de los medios de comunicación provincial.
¿Ni siquiera una huelga de hambre es capaz de sacarlo de la política del garrote! El garrote es para todos aquellos que no pueden ser atrapados por la política de la billetera! Mesas de diálogo para los traidores y vendedores de humo; garrote para los que defienden su dignidad y su derecho a un salario que permita la satisfacción de las necesidades básicas. Esta es la marca registrada del “zamorismo”. ¡No nos podemos permitir la ingenuidad de creer otra cosa!!
A esta altura de la historia de nuestros pueblos sólo la participación masiva de nuestros ciudadanos nos permitirá construir una herramienta política y social de transformación de este verdadero escándalo de corrupción en que vivimos.
El nivel de dignidad de una sociedad se mide por su grado de concienciación en el cuidado del medio ambiente, por su acceso irrestricto a la salud y a la educación pública de excelente prestación, por la existencia de genuinos empleos bien remunerados y, también, por el pago solidario de sus habitantes de las contribuciones a que están obligados para que esto pueda funcionar. El zamorismo cree que la gente va a comer mirando la Terminal , el autódromo, festejando los triunfos ¿santiagueños? de Quimsa y Olímpico, etc. y trayendo a descerebrados exponentes de la civilización “Fort” a decirnos que Santiago está asistiendo a su refundación.
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