Santiago Luna
A falta de uno la diócesis de Santiago del Estero tiene dos obispos, Francisco Polti Santillán, el titular y el auxiliar Ariel Torrado Mosconi, pero hasta el momento ninguno se ha pronunciado sobre el gravísimo problema de la salud que aqueja a la población, ninguno ha dicho una palabra, ninguno abrió la boca, siquiera para decir "qué barbaridad, a ver si se juntan los interesados y arreglan el asunto". Tal parece que sus fieles, cuando necesitan atención médica, van todos a los sanatorios privados, no tienen necesidad de hacerse atender en un hospital público.
A pesar de que la mayor parte de las marchas de los trabajadores auto-convocados de la salud, partió de la Catedral o pasó por allí, no hubo un solo gesto de la jerarquía católica santiagueña, que indique que sus pastores siquiera están notificados de que en las calles de las principales ciudades de la provincia se agita un conflicto de consecuencias imprevisibles.
Mientras, no tan lejos, en la vecina Tucumán, el arzobispo Luis Héctor Villalba es el principal mediador entre sectores que negocian mejoras de salario: por una parte el Movimiento Autoconvocado de la Salud y por la otra, el gobierno de la provincia, representado por el ministro del área, Pablo Yedlin.
Salvo dos o tres sacerdotes comprometidos con los trabajadores de salud y sus legítimos reclamos, el resto de la Iglesia Católica de Santiago se ha mantenido al margen del conflicto, como si viviera en otra provincia. Uno de los últimos días del año pasado, el obispo Polti, sostuvo que el 2009 “ha sido un año lleno de bendiciones para Santiago”.
Quizás ni Polti ni Torrado hayan advertido que esta diócesis está ubicada en el subcontinente árido y salitroso de Sudamérica, cruzada por cinco ríos que por orden alfabético son: Albigasta, Dulce, Horcones, Salado y Urueña. Tal vez no estén enterados de que se trata de una de las provincias más pobres de la Argentina , la más castigada por las políticas que se delinean desde el poder central desde hace más de cincuenta años, la más abandonada, la más postrada por años de incuria de sus propios gobernantes.
En esta diócesis además, avanzan con prisa y sin pausa los templos evangelistas, a razón de cuatro o cinco por cada pueblo de más de 1000 habitantes, mientras los sacerdotes católicos cada vez resplandecen más por su ausencia. Tal vez se lo merezcan.
Foto: Monseñor Francisco Polti,
obispo de Santiago del Estero.
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