Años anteriores se ofrecían mejores artesanías en la feria.
La feria que acaba de inaugurar la municipalidad en el parque Oeste, tal vez sea la peor de los últimos años, la más despoblada de artesanos, la que más chafalonías sin valor vende, la más parecida a un parquecito de diversiones de barrio pobre.
Burda, ordinaria, tosca, quien halle algo de valor para comprar allí podría considerarse dichoso, ya que todo lo que se vende es lo mismo que se puede hallar en un negocio del centro de la ciudad a los vendedores ambulantes o en cualquiera de las fiestas patronales con motivo de festejar el día de algún santo.
Lo más notable de la que se organizó este año es que faltaron a la cita los artesanos. La mayoría de las baratijas que se ofrecen al público, se nota de lejos que son fabricadas en otra parte. Faltan los objetos típicos de Santiago, no hay ponchos artesanales, se ven muy pocos negocios que vendan artesanías de cuero, tejidos y mantas típicas o artículos de maderas regionales, como si los verdaderos artesanos, los que dan cuenta de la riqueza de ideas y las habilidades que florecen en la provincia, hubieran faltado a la cita ex profeso.
También está ausente del lugar la dirección de Bromatología, ya que se venden comestibles expuestos al polvillo que se levanta con la romería de gente y al manoseo de los transeúntes, además sin ningún tipo de control en su elaboración o venta.
Cada año los juegos de “¡a un peso el tiro, juegue y gane!” son más frecuentes y en esta ocasión dos docenas de ellos sacan el dinero a los incautos paseantes en busca de diversión.
Nunca como en esta ocasión, la comuna ha confundido lo popular con lo chabacano, inclinándose por organizar una feria que dejó afuera a los artesanos santiagueños a la par que incorporó numerosos puestos con porteños vendedores de relojes, cadenitas, anillos, aros y pulseras que se compran en Buenos Aires a tanto el kilogramo.
Quien quiera saber lo que producen los santiagueños con la habilidad de sus manos, es casi seguro que en la feria no se sacará la duda. Tal vez habrá que esperar el año que viene para ver si las nuevas autoridades organizan algo más decente.
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