domingo, 15 de noviembre de 2009

Cambio de tablero



Por Roberto Azaretto

El miércoles, en la audiencia por la querella que Eduardo Duhalde entabló contra Elisa Carrió ante los dichos de la dirigente de la Coalición Cívica sobre las responsabilidades políticas del ex presidente en el incremento del flagelo del narcotráfico, ambos líderes conversaron durante una hora y media a solas en el despacho de la jueza María Romilda Servini de Cubría.
No pretendo hacer el relato porque lo hizo, con lujo de detalles, Joaquín Morales Solá, desde su columna en el dirio La Nación.
Al que esto escribe le parece el tema de la semana, porque estos dos líderes, que por su importancia deberían haberse conocido hace tiempo, al fin entablaron un diálogo directo. Los dos están demostrando una capacidad de resurrección política, dejando en claro que los dirigentes no se inventan, se forman a lo largo de muchos años de actuación y las circunstancias hacen que reaparezcan cuando se dan los escenarios adecuados. En este caso ante la falta de dirigentes que hagan política.
Al día siguiente de las elecciones del 28 de junio y la tremenda paliza electoral que recibió el kirchnerismo y el éxito momentáneo del colombiano Francisco de Narváez y Gabriela Michetti, postulé que no debía darse por muerta, políticamente, a Carrió.
Hoy, de Narváez anda sin rumbo dando el espectáculo patético de insistir que es argentino, cuando no lo es ni el ni sus padres y. por tanto, está inhabilitado para ser candidato a Presidente. La triunfadora de la Capital demostró sus divagues en la campaña y, encima, es la que recomendó a los ministros más controvertidos de Macri, Nowrodosky y Guillermo Montenegro.
Nos guste o no, hay tres referentes que hacen política en el país. Uno es el ex presidente Néstor Kirchner, y los otros dos son Eduardo Duhalde y “Lilita” Carrió. Tal vez ninguno de los tres sea el próximo Presidente.
En el caso de Kirchner, es imposible. Duhalde ha dicho: “Es muy difícil después de Menem y los Kirchner que el peronismo gane en el 2011”. Y la combativa “Lilita” tiene un difícil escollo en Julio Cobos.
Aquí se trata entonces de otra cosa, que es generar los acuerdos necesarios para reconstruir la unidad nacional y el tejido social acordando una agenda cumplible que nos permita volver a crecer sostenidamente, porque la solución de la pobreza pasa por la generación de empleos y la igualdad de oportunidades por la escuela, el agua potable y la salud.
Mientras tanto los K están cada vez mas desesperados, el fantasma de la cárcel acecha a ellos, y los sátrapas provinciales que se dejaron llevar por su servilismo y su afán de riquezas fáciles.

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