Claudia Orozco, la matanza del Penal, Raúl Domínguez.
Esta noche, durante la inauguración de la ampliación del palacio de los Tribunales, es seguro que ningún funcionario de Santiago le dirá al ministro de Justicia de la Nación , Julio Alak, que desde 1994 no hay jueces del crimen en Santiago, que están a tiro de decreto del Poder Ejecutivo y por lo tanto es posible que durante todos estos años no hayan llevado la instrucción conforme a derecho.
Ni uno solo de los invitados a subir al palco oficial, le contará que sigue sin aclararse el caso de Claudia Orozco, una joven que fue hallada muerta en su casa y cuya causa la Justicia pretende cerrar alegando que se suicidó cuando todas las pruebas indican que se trató de un crimen según las pruebas que han presentado sus padres.
En medio de los festejos, obviamente, nadie recordará los casi 40 muertos en el Penal de Varones, a sus familiares o sus deudos, simplemente porque se trataba de presos pobres, aunque algunos de ellos -si no la mayoría- tenían testimonios a rendir que hubieran comprometido la existencia de más de un funcionario de este gobierno.
Es posible que ninguno de los presentes se acuerde de Raúl Domínguez, el empleado de la dirección de Rentas de la provincia, hallado muerto, con su cuerpo descuartizado y comido por los perros, luego de que declarara saber quiénes eran los autores de una multimillonaria estafa en la repartición en la que trabajaba.
Es poco probable que hoy alguien tenga presente que la pobre gente que acude a los Tribunales desde los cuatro puntos de la provincia, debe hacer largas antesalas para satisfacer sus deseos de justicia. Esas antesalas en algunos casos duran años, pero se siguen viendo casos de juicios que llevan lustros y decenios sin que un tribunal se anime a expedirse.
Pocos recordarán hoy los campesinos cuyo derecho a la propiedad, el más liberal de los derechos, viene siendo conculcado sistemáticamente desde hace varios años, a fin de dar satisfacción a las demandas de empresarios de la agricultura, que buscan lugar para sembrar un forraje para los chanchos de China.
Nada cambiará luego de esta noche, la justicia seguirá ausente de la provincia, todos los que subirán al palco esta noche saben que los ladrillos de un edificio no dictan sentencia, pero nadie lo recordará en voz alta.
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