domingo, 10 de octubre de 2010

Miedo al censo

Editorial de La Nación de Buenos Aires

Lo previsible ha ocurrido: muchos vecinos de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano, dos áreas asoladas por la delincuencia, están atemorizados porque deberán recibir en sus domicilios a los delegados censistas sin estar absolutamente seguros de que no se trata de malhechores encubiertos.
Esa razonable desconfianza nunca, hasta ahora, había alterado el ánimo de los censados. En cambio, la instancia del 27 del actual estará signada por tamaña incertidumbre.
Poco o nada han servido para tranquilizarlos las garantías ofrecidas por las autoridades nacionales y los preparativos concretos dados a conocer en estos días por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). De acuerdo con ese organismo, la Policía Federal, con alrededor de 16.000 efectivos, y todas las policías provinciales harán acto de presencia en las calles para asegurar el normal desarrollo de esa compulsa.
A ellos se habrán de sumar los efectivos de la Gendarmería y de la Prefectura Naval y, al mismo tiempo, se dispondrá del apoyo logístico de las Fuerzas Armadas. Además, el Indec ha anunciado que las credenciales de los censistas, que cobrarán 250 pesos por su labor, sólo serán distribuidas 48 horas antes del censo, a fin de evitar falsificaciones. Los censados deberán cotejar esa acreditación con el documento de identidad del censista y habrá teléfonos disponibles para darles respuesta ante cualquier duda.
Ni así. Las cartas de lectores y las llamadas telefónicas a los programas radiotelefónicos han dado fehaciente cuenta de que la gente todavía no se siente segura. Hay quienes afirman que recibirán a los censistas en la puerta de sus casas o mediante los porteros eléctricos o directamente en la calle. No faltan otros, aún más aprensivos, que anticipan que no los atenderán. Tampoco han faltado quienes reclaman poder retirar las planillas en las dependencias oficiales, llenarlas en forma privada y devolverlas en los mismos lugares en que las reciban.
Hay consorcios que ya han contratado servicios temporales de vigilancia. Entretanto, el Sindicato Unico de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh) ha puesto en guardia a sus afiliados acerca de la responsabilidad que les cabrá: realizará charlas para prepararlos en el sentido de recibir a los censistas, identificarlos y controlar que todo marche como es debido.
Francamente, no es positivo que un mero e imprescindible acto administrativo, que no es novedoso porque se lo reitera periódicamente, altere a tal punto los ánimos de la población y hasta genere el anticipo de conductas tendientes a rechazarlo.
Sin embargo, es lógico que buena parte de nuestra sociedad ya se encuentre a la defensiva por la reiteración de los graves delitos que son pan de todos los días y que por lo general permanecen impunes, sin que el gobierno nacional, responsable del censo, parezca conmoverse por tantos padecimientos y dé señales concretas de cumplir con su deber de preservar la seguridad.
El operativo censal no había tenido un buen comienzo, porque el Indec ha perdido credibilidad y hay expertos en la materia que lo consideran poco idóneo para llevar a cabo con éxito ese cometido.
Ahora, es probable que el temor incida negativamente en su desarrollo y resultados. Significaría una sabia demostración de prudencia que las autoridades tomasen debida nota de estas alternativas y de los efectos causados por su inacción para enfrentar a la ola delictiva que, hoy por hoy, es, por lo menos, una de las más hirientes preocupaciones de todos los argentinos.

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