jueves, 14 de octubre de 2010

Piñera y Kirchner

Por Roberto Azaretto

El mundo asiste al rescate de los 33 mineros chilenos y a la actitud de un Presidente que dio la cara cuando no había esperanzas de encontrarlos con vida, cuando se los encontró y asumió el compromiso de rescatarlos con vida a pesar de estar enterrados a más de seiscientos metros de profundidad.
Es bueno tener buenas noticias, es bueno hablar de milagros, pero la lección que nos está dando Chile es que no hay magia ni gritos de locos ni culpas al pasado. Se propusieron una meta y la logran sesenta días antes de lo previsto.
El presidente Piñera habló al mundo con sobriedad, con sentido de nación y no faccioso, asumió la necesidad de mejorar las condiciones de trabajo de los mineros, puntal de la economía de nuestro vecino. Se trajo el equipamiento adecuado, se respetaron todos los protocolos de seguridad, se movilizaron las energías populares y al igual que en el terremoto que asoló al país semanas antes de la entrega del poder por parte de la presidenta Bachellet al triunfador en los comicios, el opositor Piñera, se unieron todos para afrontar esa catástrofe sísmica que periódicamente azota a ese país como ahora el derrumbe de la mina en Atacama.
Los chilenos sean progresistas, que ahí lo son en serio, o conservadores liberales, como son lo son por un lado Lagos y Bachellet y por el otro Piñera, se han puesto de acuerdo en políticas de largo plazo para convertir al país en una nación desarrollada. Han suprimido la indigencia y bajado la pobreza a un dígito y creado una clase media, que no existía hace 40 años.
Quedan muchos problemas y los asumen, no los esconden, buscan solucionarlos.
No sólo el discurso contrasta con la Diarquía K. Ni Lagos ni Bachelet necesitan inventarse un pasado, ambos conocieron el exilio, la cárcel, Bachellet fue salvajemente torturada en la dictadura, por eso no clamaron venganza, se limitaron a seguir el camino del derecho en busca de la justicia. Ninguno de los dos se enriqueció en el poder como si lo hizo Pinochet, y lo hace el matrimonio gobernante en la Argentina y sus socios.
Aquí se ha olvidado la catástrofe minera de Río Turbio, con catorce muertos, ni nos acordamos que Néstor Kirchner no apareció por la mina de carbón, a pesar de estar ubicada en su provincia, ni en los hospitales donde se trataba a los heridos ni en el velatorio de los muertos. Los responsables no fueron castigados, al contrario, siguen haciendo negocios con la diarquía gobernante.
La misma actitud de Aníbal Ibarra en el desastre de Crogmanon. ¿Así son los progresistas argentinos? En realidad de progresistas no tienen nada. Son parte de la chantocracia nacional.
Piñera y Kirchner son hombres ricos. Uno estuvo contra la dictadura de Pinochet. El otro en de la de Videla, se dedicó a la usura, a disfrutar de las penurias de la 1050 en la compra de viviendas y a una intensa vida social con los jefes militares de Río Gallegos. Piñera se hizo rico trabajando en la vida privada, pues estaba en la oposición. El jefe de la diarquía K en el poder en la provincia que gobernó tres períodos consecutivos y en el gobierno nacional. Y sigue haciendo negocios. Piñera tuvo que dejar sus empresas, venderlas y dejar parte de su patrimonio a un fideicomiso “ciego” mientras dure su mandato.
Kirchner nunca presentó un hábeas corpus durante el gobierno militar y siempre huyó de los conflictos, como huye los debates del Congreso.
El mundo comunicado al instante con las nuevas tecnologías compara conductas, estilos, seriedad. Por algo Chile consigue fondos al 3 % anual y nosotros a dos dígitos.

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