sábado, 13 de febrero de 2010

Jesús María, Cosquín, y La Salamanca


Más de cien mil almas pasaron por el festival folklórico La Salamanca, en el Club Sarmiento, en cuatro jornadas inolvidables, con lo que el creador y organizador de esta “gran peña familiar”, el intendente de La Banda, contador Héctor Eduardo “Chabay” Ruiz, demostró a propios y extraños que las grandes cosas se realizan con seriedad, poco dinero y un gran equipo de colaboradores.
En los últimos tiempos, los festivales de este tipo en Santiago del Estero se desnaturalizaron por los altos precios de las contrataciones artísticas o las costísimas campañas publicitarias, y la provincia fue desprestigiada luego de que figuras de la talla del “Chaqueño Palavecino”, por ejemplo, denunciaran públicamente a funcionarios provinciales que le hicieron firmar por 80 mil pesos y le pagaron 40 mil.
Ahí, en el manejo claro y transparente está la diferencia. El público de Santiago, de La Banda y de toda la provincia, sabe que el festival de La Salamanca es puro sacrificio y esfuerzo de funcionarios, empleados y vecinos de buena voluntad que no se llevan ni un peso para sus bolsillos, y todo queda para el Club Sarmiento.
Al margen de la excelente organización, esta vez “Chabay” rompió todos los esquemas por las innovaciones que introdujo, no solo en materia de comodidades para el público o la galería de stands y en atención gastronómica, sino que impactó con el extraordinario sonido igual o mejor de los que se utilizan en los grandes recitales de rock.
Ganó mucho el festival de “Chabay”, pero sobre todo se jerarquizó gracias a la afluencia de turistas que llenaron los hoteles y pensiones de Las Termas de Río Hondo, Capital, Banda, Loreto, Clodomira, Fernández, Forres y Beltrán.
Un verdadero impacto provincial fue La Salamanca, tanto que muchos artistas coincidieron: “Hoy por hoy, la consagración te la dan las tres mejores fiestas populares de la Argentina: Jesús María, Cosquín y La Salamanca”.
Otra perla blanca: está excelente el estado de las instalaciones del Club Sarmiento, cuyos dirigentes trabajaron cuatro jornadas sin descansos, destacándose el despliegue de su joven presidente, de profesión periodista, Leo Rodríguez.

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