Hugo Infante.
Una de las diferencias más notorias entre el actual intendente y el anterior es que mientras Julio Alegre no tenía ni una sola empresa propia, Hugo Infante suma las del hijo, el yerno y las dos secretarias, cada una con sendos contratos con la municipalidad.
Según dejaron en claro algunos allegados al intendente Alegre cuando declararon ante la justicia, un recaudador se encargaba de pedir la coima, una vez que era adjudicada la obra o se había hecho la provisión de bienes al municipio. Si no había dinero el pago se hacía en especies. El que se negaba, como es obvio, no volvía a ganar una licitación nunca más.
En cambio, cuando Infante llegó a ocupar el sillón de la intendencia, tanto su hijo como su yerno ya tenían las empresitas constructoras con las que siguen sacando tajada del erario municipal. Si bien ninguno de los dos era santo, el actual llegó sabiendo de qué se trataba.
Si bien el actual intendente y el anterior fueron empleados municipales, la diferencia a favor del primero es que tenía -y tiene- mucha más labia y más presencia por sí mismo, como que en varias oportunidades cuando Gerardo Zamora era intendente lo ayudó a preparar discursos fundamentales para su carrera política. El actual no puede comenzar un discurso sin tropezar con veinte dequeísmos y recorrer todo el espinel de los horrores gramaticales más comunes.
Alegre, en fin, tuvo la suficiente entereza como para decirle a Zamora que volvía a las filas de la Unión Cívica Radical aunque eso le costara el puesto. El actual es un simple mandado de Elías Suárez, a quien debe consultar todos los días hasta para comprar papel higiénico para el baño de su despacho.
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