jueves, 20 de mayo de 2010

Los salarios van hacia un punto sin retorno

Luis Pico Estrada
La tropa de Moyano podría pedir el 50 por ciento de aumento.
Ernesto Kritz es un analista riguroso en relaciones laborales. Su último informe es ejemplar. Y llega en el preciso momento en que los acuerdos de salarios van llegando a un punto de no retorno. La interna sindical se suma al costo de la vida. Y como si fuera poco la preocupación que produce en unos cuantos dirigentes la sombra judicial. El caso de los medicamentos que investiga la Justicia es trasladable a otros grandes sindicatos. Este tema ha dejado de ser secundario: concluyó la impunidad de las “cajas”.
Como si fuera poco el acuerdo salarial del Sindicato de los Plásticos alcanzará un 40 por ciento, Alimentos un 35 y la tropa de Hugo Moyano puede alcanzar un 50 por ciento. El gremio de Comercio bajo el eterno mandato de Armando Cavalieri sufre el acoso del señor Moyano que le dispersa la gente. El aumento de salarios es el pegamento para evitar fragmentaciones peligrosas.
Todo esto producirá inflación que hoy -mas allá de los sesudos economistas- puede alcanzar un 30 por ciento anual y destrozar la asistencia social tan necesaria, tanto para la vida como para las elecciones.
Ante estas sombras hay temporales mayores: todavía los que mandan no parecen haber percibido la magnitud de la crisis mundial que se precipita y a la cual no seremos ajenos.  Será un año muy difícil. Aquí un resumen del dossier de Ernesto Kritz
- La negociación salarial de este año se lleva a cabo en un escenario donde, por una parte, las empresas se están recuperando bien de la recesión2 y, por la otra, la inflación se está acelerando sensiblemente por sobre el nivel de la ronda de negociación previa.
- En la gran mayoría de los casos el criterio principal –y excluyente que los sindicatos toman en cuenta para formular sus demandas, y que finalmente es aceptado por los empleadores, es la inflación esperada. No hay casi antecedentes del predominio de este criterio, al menos desde la reanudación de la negociación colectiva.
- La incertidumbre originada en la carencia de unos valores de referencia aceptados, se ve acentuada por el hecho de que en el primer trimestre de este año, que antecede al inicio de las negociaciones, la “inflación de los supermercados”, es decir la de los alimentos, que los sindicatos toman como base para sus demandas, fue sensiblemente mayor que la inflación de la canasta total.
- No es ajena a estas demandas la señal dada por el Gobierno en el aumento de los salarios docentes (23,4 por ciento) De algún modo, este aumento fija un piso para la negociación.
- No es del todo improbable, sin embargo, que el aumento de salarios de las negociaciones en curso o pendientes sea mayor aún. Las últimas demandas (posteriores al relevamiento) son crecientes y en algunos casos superan en casi 10 puntos las presentadas hasta fines de abril. Esto sugiere que, o bien la inflación esperada es ahora mayor (lo que, además de no hay evidencias, no parece argumento suficiente para explicar un alza de esta magnitud en las demandas), o que, con la economía acelerando su crecimiento, un número de sindicatos esperan obtener ganancias importantes de salario real como hasta 2008 (lo que no ocurrió en 2009).
- En cerca de un tercio se incluye una cláusula de revisión anticipada, también en promedio a los 7 meses, sujeta a la evolución de los precios al consumidor. Aunque estos casos son hasta ahora una minoría, lo sugerente es que incorporan la posibilidad de acortamiento del contrato, un fenómeno típico de períodos inflacionarios.
- En una negociación salarial en un escenario de mayor inflación que en años anteriores, con carencia de valores de referencia aceptados, es posible esperar un clima de conflictividad laboral. No obstante, para la mayoría éste no parece ser el caso. No más de una de cada diez empresas consultadas opinan que es muy probable que surja un conflicto, y un cuarto adicional cree que hay alguna probabilidad. Para dos tercios de las firmas, es poco o nada probable. Esto habla de una madurez de las partes, aunque también de la casi certeza de que los aumentos que se acuerden se trasladarán en buena medida a los precios.

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