Al médico que cura mis dolores
le dedico mis versos oportunos
mientras hago la dieta o el ayuno
que recomienda para estos calores.
“Enalapril –me dice- toma uno.
Eso le vendrá bien a tus amores
pues calmará los súbitos temblores
que te vienen después del desayuno”.
Luego agrega con tono convincente:
“La aspirineta diaria, del infarto
protege al corazón que se apresura.
Y si un día te asustas, sé paciente,
de la vida no digas que estás harto.
Tu cuerpo fue el culpable, no la cura”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario