Los tribunales en ebullición.
En marzo del 2010, rodeado de los dirigentes gremiales de la administración pública, el gobernador, Gerardo Zamora, después de dos años sin aumento de sueldos, anunció que a partir de julio, los haberes estatales tendrían un 23 por ciento de aumento.
Pues bien, como una burla, en medio de los gastos millonarios del festejo de la ciudad, en medio del anuncio de obras fastuosas elaboradas para beneficio de los amigos del negocio publico, de la colocación de mil palmeras brasileñas en la avenida de circunvalación a un precio de ocho millones de pesos, después de aparecer, en los medios nacionales, nuestra provincia como el segundo distrito más beneficiado por los dineros de la obra publica con 284.000.000 de pesos, los empleados judiciales vieron aumentar sus nuestros sueldos, a partir de este mes con la agraviante suma de 85 pesos o sea una vil limosna, aumentando de esta manera el numero de trabajadores del estado excluidos de alcanzar cubrir el costo de una canasta básica.
Ante esto, “Obreros y Empleados Judiciales en Lucha” expresaron que solo les queda reaccionar con dignidad. “Por encima de los miedos que nos quieren imponer, por encima de resignarnos como disfraz de nuestra cobardía, debemos decir ¡basta!”
En un volante que es distribuido profusamente en los pasillos del palacio de Tribunales, expresaron
Basta de bastardear nuestros derechos.
Basta con el 82 por ciento sólo para un sector privilegiado del Poder Judicial
Basta de aumentos de sueldos disfrazados (50 por ciento por título para los jueces)
Basta de millones para obras faraónicas y nada para el hambre de la gente.
Para ello debemos autoconvocarnos a debatir entre nosotros el camino que nos conduzca a cortar estos atropellos a nuestra calidad de vida a nuestra condición humana, debemos juntos encontrar el camino de la reacción, ante esta afrenta.
Lo decimos en nombre de lo que fuimos.
Lo decimos en nombre del pan de nuestros hijos
Lo decimos en nombre de las deudas y embargos que nos acucian, mientras que los “nuevos ricos”, pavonean obscenamente su riqueza mal habida, por nuestros ojos.
Lo decimos para no resignarnos a nuestra suerte, para que la vergüenza no se instale entre nosotros.
Y lo decimos buscando la reacción de los dirigentes gremiales que hoy junto a los funcionarios de gobierno se arrodillan rezando el nuevo aniversario de la muerte de Evita, sin recordar que ella reclamó siempre lo nuestro, la inclusión social, olvidando sus palabras de que “en cada trabajador está la patria, y el que les quita derechos a los trabajadores está traicionando a la patria”.
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