lunes, 2 de agosto de 2010

Timerman sufre el método K: ninguneos y embajada paralela de Folonier

El ministro de Relaciones Exteriores, vaciado de poder.
Néstor Kirchner se ha especializado en vaciar de poder a sus funcionarios. Con los años perfeccionó el método que por estas horas sufre Héctor Timerman. Es curioso como se dan las cosas. De la boca para afuera, en Twitter o en los medios, el canciller ofrece una visión ultra de su militancia kirchnerista, que acaso erróneamente se asimila a su cercanía al centro del poder.
Nada más lejos de la realidad. Como buen peronista que es, Kirchner se divierte encumbrando personajes que se marean rápido con las mieles del poder, para recordarles cuando menos lo esperan, que están ahí de prestado, que la importancia que acaso le asignaban a su función es pura escenografía y de cartón.
“No entiendo para qué quieren una Cancillería si arreglan todo por afuera”, gritaba furioso  Timerman ante la socarrona mirada del personal del Ministerio de Relaciones Exteriores, que le metía el dedo en la llaga indagándolo sobre el imprevisto viaje de José “Pepe” Mujica, que cerró con la Presidenta un acuerdo para realizar un monitoreo conjunto no solo de la ex Botnia, sino de los establecimientos instalados en ambas márgenes del río Uruguay.
Acaso Timerman, que venía llevando adelante las negociaciones, imaginaba que ese momento de gloria iba a quedar en sus manos, pero sobre el filo los Kirchner lo corrieron de escena de mala manera, reduciéndolo al rol de fastidiado vocero de lo que decidió la “diplomacia presidencial” en la Quinta de Olivos.
El verdugo del canciller no fue otro que el experimentado Rafael Follonier, canciller en las sombra de Kirchner para todo lo que sea Unasur, es decir para casi todo lo que le importa.
Follonier tiene una relación de amistad de hace años con “Pepe” Mujica y fue quien acordó el imprevisto viaje del presidente uruguayo. A Mujica, como a los Kirchner, le encanta puentear la burocracia formal del Estado y resolver en persona los conflictos políticos. “El viejito es genial, habla con “El Rafa” –por Follonier- y sin más trámite se sube al helicóptero y aterriza en Olivos”, explicó a La Política Online un experimentado diplomático que se divierte con las angustias de Timerman.
Pero el puenteo no es el único martirio que recibe el canciller por parte de sus jefes. Todavía no había reemplazado los cuadros del despacho que le dejó Jorge Taiana, que empezó a darse cuenta que su poder para designar a sus colaboradores iba a ser menos que cero. Ese es el método k.

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