La cadena de responsabilidades puede llegar al propio gobierno.
El interrogante que circuló en forma insistente, esta mañana, cuando se supo que el gobierno de la provincia ordenó apresar a dos médicos, acusados de haber dejado morir a una persona por falta de atención, es qué grado de responsabilidad le cabe a la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina y al propio gobierno de la provincia, que permitió que esta desgracia ocurriera en uno de sus hospitales.
¿No están cubiertos por una obra social los afiliados del gremio de la sanidad?, es la primera pregunta. La segunda: si un juez investiga la cadena de responsabilidades por lo ocurrido con el paciente que falleció, ¿no le sería demasiado fácil llegar hasta el gobierno de la provincia?
El conflicto con los trabajadores de la salud ha generado una espiral de violencia verbal y física a la que nunca nadie se había animado antes, con ningún otro gobierno, de cualquier signo que fuera. Ningún gobernador de Santiago, ni siquiera los de la dictadura militar, llevaron tan lejos un conflicto que hace poco más de veinte días se arreglaba con media hora de conversación.
Ningún otro gobierno se había atrevido a llevar tan lejos la mentira y la manipulación de la opinión pública. Antes o durante las marchas de los jueves, los médicos deben soportar toda clase de chicanas, más propias de una pelea por el poder de un club de barrio que de un gobierno que, supuestamente, debería estar interesado en el bien común de la gente.
Cuando no manda a publicar que no hay conflicto, hace decir que está solucionado o manda a un grupo comando de mujeres a gritarles “asesinos”, a los médicos. Son chicanas baratas, propias de peleas de mujeres de baja estofa, exigua cultura, educación ausente y moral equívoca.
No le cabe a un gobierno redoblar la apuesta, haciendo el papel de provocador frente a cada conflicto que debe enfrentar. No es con prepotencia como se construye un liderazgo duradero, sino apelando a la inteligencia, la comprensión y la voluntad para solucionar los problemas, no agravándolos haciendo una parada de compadrito cada vez que el otro reclama con más vehemencia lo que le corresponde.
El gobernador Gerardo Zamora está a tiempo de solucionar el problema y quedar como el prócer que revolucionó la salud pública de Santiago. O como el que le dobló el brazo a los médicos y dejó que luego todo siguiera igual.
Está en sus manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario