La marcha que anoche organizó el gobernador Gerardo Zamora, fue una de las muestras más patéticas de su incapacidad política. Quiso demostrar al país que en Santiago no solamente existen los opositores a su gobierno sino que también hay gente que lo apoya. E hizo una de las pocas cosas que aprendió en toda su vida política, traer en camionetas alquiladas, a contratados precarios y gente con planes sociales, a manifestarse a su favor. Una picardía criolla que en definitiva le salió mal.
Su gente llegó sin convicciones a la plaza Libertad a marchar sólo para no perder el puesto de trabajo con el que la mantienen como rehén de la política del gobierno de la provincia. Algunos de los que vinieron no sabían por qué lo hacían y estaban desesperados porque llegara la hora del choripán y la el vino tinto raspante que les darían al final de la noche.
Ni siquiera sabían por qué ellos, que defendían al gobierno, estuvieron tan rodeados de policías, casi uno por manifestante, mientras a los auto-convocados no tenían ni la mitad para custodiarlos. Muchos de los manifestantes de Zamora tampoco se enteraron por qué “los otros” cantaban una u otra consigna, mientras ellos, sin ganas, muy de cuando en cuando, esas dos rubias de Zamora los obligaban a cantar “¡a-se-sinos!”.
Cuando la noche se volvió caliente, en la Libertad , y las dos marchas estaban casi frente a frente, fue el único momento en que se notó algo de entusiasmo en las huestes de Zamora, los barras bravas de algunos clubes de fútbol de Santiago se pusieron al frente de la manifestación oficialista, dispuestos a hacer lo que saben, golpear y dejarse golpear. Para mejor, anoche tendrían a la policía a su favor, algo que pocas veces han visto en su vida, salvo cuando vienen equipos de otras provincias a jugar de visitantes.
Empero el silencio de los manifestantes de Zamora era algo que sobrecogía el corazón. Tanta gente arreada, sumida en un silencio sepulcral frente a la Catedral , daba congoja, no ajena, sino propia. Sobre todo porque se trataba de santiagueños necesitados del trabajo y si no iban, sabían que se exponían a que no les renovasen el contrato o que no les continúen pagan los pesitos con que todos los meses los vuelven a extorsionar.
A esa misma hora algunos acólitos de Zamora festejaban en la Casa de Gobierno el mísero aumento en suss pagas que tendrán los maestros en este inicio del ciclo lectivo. Jefes de gremios de la Confederación General del Trabajo, a los que sus afiliados les pagan para que defiendan sus derechos, estaban junto a los patrones festejando una vez más el haberse vendido por treinta monedas de plata que anoche seguramente irían a tirar al casino, como casi todas las noches de su vida. O con mujeres de vida fácil en cualquiera de los bares a los que solamente concurren los ricos.
La justicia anoche sobrevoló el Cielo santiagueño pero a años luz de distancia.
Foto: Niños de los barrios más alejados y humildes de la ciudad,
también fueron obligados a participar de la marcha zamorista.
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