jueves, 26 de agosto de 2010

El intolerante modelo chavista se repite en Argentina

Cristina Fernández de Kirchner y Hugo Chávez.
La escalada del gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner contra la prensa independiente y crítica parece no tener límite. Al igual que hizo su socio del ALBA, Hugo Chávez, contra el canal venezolano RCTV, esta vez el régimen neoperonista mostró su más feo rostro antidemocrático y asestó un duro zarpazo a los diarios Clarín y La Nación.
Las acusaciones contra dichas empresas periodísticas son realmente graves e insidiosas, pues no solo las señalan como promotoras de un monopolio abusivo del papel en desmedro de otros diarios, sino que las vinculan al montaje de un esquema delictivo, que incluye hasta el secuestro y la tortura, para hacerse del control de la empresa Papel Prensa.
La presidenta Kirchner ha hecho un extensivo recuento de la supuesta cadena delictiva, que se remonta a la época del Gobierno militar, pero los cargos han sido desmentidos no solo por los directores de dichos diarios sino también por otras personalidades de reconocido prestigio que dan fe de la legalidad y legitimidad de la compra.
En cualquier caso, lo que llama poderosamente la atención son tres cosas: primero, que sea el Poder Ejecutivo, con la pareja Kirchner a la cabeza, el que monte un show para politizar al extremo una grave denuncia, que en todo caso debió ser liderada por el Poder Judicial; segundo, que con base en exageraciones, mentiras y supuestos, presentados como evidencias, se pretenda sojuzgar y dividir a la prensa, enfrentarla con la ciudadanía y distraer la atención de problemas trascendentales; y tercero, realmente el tema de fondo, la posibilidad de que el Gobierno tramite una cuasi confiscación de la empresa productora de papel y promueva un monopolio estatal del soporte principal de la prensa escrita, con lo que podría controlar, amedrentar y condicionar la libertad de prensa, expresión y opinión.
Hay lugar para la suspicacia. Previamente, al mejor estilo de las brigadas chavistas, el kirchnerismo organizó protestas violentistas contra los periodistas de “Clarín”; ordenó la brusca intervención en el local del diario de la Administración Federal de Ingresos Públicos (la Sunat argentina); promovió la controvertida Ley de Medios Audiovisuales que, bajo el pretexto de democratizar el acceso a la información, buscaba amedrentar a los medios privados y estatizar las transmisiones; y avanzó incluso al manoseo de asuntos privados de la familia dueña de “Clarín”, con métodos propios de una dictadura, obligando a los hijos adoptivos de la propietaria, Ernestina Herrera de Noble, a someterse a vejatorios exámenes de ADN para determinar si los padres biológicos pertenecían al grupo de desaparecidos en la dictadura.
Últimamente, el Gobierno estableció el retiro de la licencia a Fibertel, del grupo Clarín, que deberá dejar de operar en 90 días, con lo que se afectó a más de un millón de suscriptores.
Tal es la inquina de los Kirchner contra la prensa independiente, pues no le perdona su papel informativo y fiscalizador, que denuncia graves irregularidades gubernamentales. Como bien señalan los directivos de ambos diarios, “venimos denunciando desde hace casi un año un plan del gobierno nacional para apoderarse de la compañía y controlar el papel para diarios, insumo esencial de la prensa libre”.
Ante tan escandalosa arremetida contra la prensa libre, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ha emitido varios firmes pronunciamientos de preocupación y ha rechazado la escalada gubernamental, manifestada también en la discriminación en la publicidad oficial, la falta de acceso a la información pública, las agresiones verbales en contra de medios y periodistas, así como aspectos perniciosos de nuevas leyes de prensa.
En declaraciones a la prensa internacional, nuestro director, Francisco Miró Quesada Rada, ha expresado asimismo su profunda preocupación por una evidente maniobra encaminada a silenciar a la prensa crítica e independiente en Argentina. Una maniobra que atenta, ha dicho, desde cualquier punto de vista, contra todo principio democrático y contra el derecho de los ciudadanos a estar informados.
Nuestra solidaridad con la prensa argentina. La comunidad internacional está advertida y se espera el pronunciamiento de la OEA, pues un régimen como el de los Kirchner no puede llamarse democrático. Si algo está realmente mal en Argentina es que se impide el ejercicio irrestricto de las libertades de prensa, expresión y opinión, por obra y gracia de un régimen que se torna cada vez más intolerante, abusivo y autoritario por lo que, al igual que a Chávez, no se lo puede tratar como un par democrático.

No hay comentarios: