sábado, 27 de marzo de 2010

Contra la tendencia a legalizar la muerte

Francisco Polti con Benedicto XVI.
Los obispados de Santiago del Estero y Añatuya difundieron el jueves un comunicado con motivo de la solemnidad de la Anunciación del Señor y del Día del Niño por Nacer, en el que advierten sobre un “gran desprecio por la vida” que se manifiesta en la sociedad actual y reivindican el “derecho a una vida digna” de todos los hombres.
“Un día un ángel le anunció a una mujer que iba a ser madre del Altísimo. Y sin entender muy bien de que se trataba… ella se arriesgó. Eligió la vida… predominó el Amor. Pudo encontrar la muerte con su decisión, pudo terminar lapidada, porque el riesgo es siempre grande y difícil de pasarlo”, expresa el comunicado.
Agrega que “la historia de María y José encuentra muchas veces correlato en los anuncios que a diario escuchamos en un hospital, en un sanatorio o clínica cuando sabemos que una mujer está embarazada y dará a luz a un niño”. 
El texto hace mención a que “en los esposos pueden plantearse temores” pero “también surge la alegría en los futuros padres”, y afirma que “el niño necesita ser recibido con amor desde el primer instante”.
“El anuncio, la confirmación de un embarazo, en definitiva la llegada de un nuevo ser es motivo de celebración” y “también de algunas inquietudes. Inquietudes sobre cómo será la vida de ahora en más. De cómo haremos para criar a este hijo que se nos confía” -prosigue el texto-. Pero jamás debiera ser motivo de duda su paso por esta vida. Porque ese ser inocente, que no pidió nada para que lo trajeran, si pedirá y desde la sociedad exigirá su derecho a nacer”.
En ese sentido, señala que “la sociedad de estos tiempos asiste espantada a un gran desprecio por la vida. Y lo que más preocupa es que en esta sociedad argentina se sigue una mentalidad, fruto de emular lo legislado en otros países, que tiende a legalizar la muerte”. Por eso agrega que “hoy es un día muy importante para dar gracias a Dios por el don de la vida. Por este regalo que recibimos sin ningún mérito personal, sólo por el hecho de que Dios desea manifestarnos su amor y su bondad. El hombre, como creatura de Dios, tiene el derecho a una vida digna. A recibir asistencia desde el mismo momento de su concepción. A recibir los cuidados de una familia, a poder criarse y desarrollarse rodeado de respeto y amor”.

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