jueves, 25 de marzo de 2010

Un candidato que sueña con la transparencia política

Marcelo Lugones.
Dicen los que saben que “sólo la transparencia eliminará la pobreza, y construirá un progreso sostenible y sustentable”.
En ese sentido, el ingeniero Marcelo Lugones, candidato a intendente de la Capital por un frente ciudadano (donde se alinean sectores del cubismo y del justicialismo), está ofreciendo una propuesta esperanzadora que merece ser destacada y elogiada.

Marcelo postula:
Jurar como intendente y renunciar a toda posibilidad de reelección en el cargo.
Conformar un Tribunal de Cuentas Municipal del siguiente modo: un contador o abogado propuesto por la Universidad Nacional de Santiago del Estero; un contador o abogado propuesto por la Universidad Católica de Santiago del Estero, y un contador o abogado propuesto por el Departamento Ejecutivo Municipal, y todos con acuerdo del Concejo Deliberante.
Designar un defensor del Pueblo municipal propuesto por la Federación Vecinalista de Santiago del Estero.
Publicar la declaración jurada de todos los funcionarios antes de jurar y asumir cualquier cargo en la comuna.
Remitir al Concejo Deliberante, como primera iniciativa, el proyecto de Ética Pública.
Distribuir bimestralmente en cada domicilio de la Capital los egresos e ingresos del municipio.
Fijar reuniones del gabinete municipal una vez al mes en los barrios, con vecinos del lugar.
Determinar que el Concejo Deliberante sesione una vez al mes en un barrio de la ciudad, con la participación de los vecinos, quienes podrán hacer uso de la banca del vecino.
Decidir que cada dos meses, el jefe de Gabinete de la comuna concurra al recinto del Concejo Deliberante para responder las inquietudes de los ediles, especialmente, de la oposición.
Elaborar un presupuesto participativo con las instituciones intermedias.
Sin dudas, el “decálogo del buen gobernante” que formula Marcelo Lugones es una invitación a un cambio radical para la política de Santiago del Estero, donde, lamentablemente, sigue imperando la poca transparencia en el ejercicio del poder.
Si todos los candidatos (y todos los que se sienten políticos), ratificaran este decálogo lugonista, la política dejará de ser algo pecaminoso y dejaremos de mirar a los gobernantes de reojo o presintiéndolos como corruptos o simuladores. 

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