Gustavo Oscar Colla
Toda vez que el kirchnerismo presenta un proyecto o adopta algún tipo de decisión, obliga a decodificar las trampas o propósitos ocultos que, cual caballos de Troya ideológicos, encierran esos proyectos o decisiones. Sus procederes siempre resultan obvios, obscenos y previsibles. La doble intención, perversa siempre, se huele, se intuye, se percibe en las cínicas miradas de los encargados de salir a explicar en los medios las argumentaciones diseñadas desde Olivos.
¿De donde salio el diputado Alejandro Rossi, como para exigir a los jueces que rindan periódicamente exámenes de idoneidad? ¿Que pergaminos o, para ser mas terrenal, qué “chapa” tiene para tal planteo? ¿Estaría acaso él en condiciones de superar alguna prueba semejante para el cargo para el que fue electo?
Su argumento es que la corporación judicial termina eligiéndose a sí misma. ¿Acaso no sucede lo mismo con la corporación política? ¿Quien eligió a Néstor Kirchner como candidato a Presidente la Nación ? ¿Quien eligió a la actual Presidente como candidata a su cargo? Es más que obvio que la necesidad de controlar el Poder Judicial empieza cuando aarecen por doquier, para salud de la República , muchos jueces “no amigos”, que fallan de acuerdo a derecho y al sentido común. Surge con claridad la necesidad de instalar un Guillermo Moreno judicial. Esa es la verdad que encierra el proyecto, disfrazado de otra cosa.
Ni qué hablar de la “casual” orden de detención al padre de la jueza Sarmiento que aparece en momentos en que su hija osó resolver a contrapelol de paladar “K”.
Y no debe perderse de vista, el proyecto de reforma de la ley penal tributaria, fabulosa herramienta de apriete y presión a grandes empresarios a través del terror de sanciones penales en un terreno tan resbaladizo como la evasión fiscal. So pretexto de la pureza de castigar a los pérfidos que perjudican a la sociedad evadiendo al fisco, lo que se busca es colocar la soga al cuello de quien ose sacar los pies del plato (empezando por productores agrarios, por supuesto). Esto solo resultaría creíble, si el primer traje a rayas fuera para Néstor Kirchner.
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