Gustavo Adolfo Bunse
Néstor Kirchner & Cristina.
El hipócrita es, visualmente, una personalidad esquizoide (doble). Las sutiles diferencias radican básicamente en los niveles de conciencia de cada caso. El esquizofrénico es normalmente un individuo del grupo de los psicóticos (los locos), en cambio un hipócrita maneja siempre a voluntad y a conveniencia las distancias abismales entre lo que piensa y lo que dice.
La mezquindad, la perversidad, la sinrazón y la voluntad de daño de Catalina de Médicis y Tomás de Torquemada, permite hacerse dos preguntas.
1) ¿Cuánto margen les queda a ambos para seguir en el camino del mal?
2) ¿Qué hecho o escenario los podría disuadir de seguir hacia el abismo?
Amphisbaena es un gran dragón mitológico del África central, que tiene dos cabezas, una en cada extremo de su cuerpo. Este dragón ha aparecido en otras mitologías, como las de Grecia y Libia.
Los poderes de este dragón eran:
1. Regenerarse: Si se cortaba a un amphisbaena, en cualquier parte pero éste lograba unirse de nuevo y pegar sus partes.
2. Veneno: Amphisbaena tenía unos colmillos venenosos perfectos.
3. Eficiente duplicidad: Cada cabeza podía realizar una tarea o acción: una podía dormir mientras la otra seguía despierta, por ejemplo.
4. Velocidad y flexibidad corporal: Ambas cabezas podían alimentarse del mismo lugar y hacerlo simultáneamente.
5. Versatilidad: En el momento en que una cabeza mordía algo… el otro extremo, podía dar vueltas, y rodar.
6. Sangre caliente: A diferencia de otras serpientes que son de sangre fría.
Encontrarse con Amphisbaena de súbito, era de pésimo pronóstico.
Tan fácil como expresar un pronóstico totalmente sombrío sobre el país. Hay un conjunto medular de información sensible que va quedando en el tamiz de la “prudencia” periodística y se guarda celosamente sin darse a conocimiento público… a cambio de cierta tregua o algo de propaganda.
Y esto ocurre, aunque no se crea, en varios medios que parecen opositores cerriles o que aparentan sufrir persecuciones de Balcarce 50.
La conclusión más sosegada que puede hacerse sobre esa información permite formar la convicción de que el país va, sin dudas, rumbo a complicaciones bastante serias.
Y más grave que lo dicho:
Serán seguramente esas complicaciones, las que suelen terminar mal.
No existe una sola razón objetiva para suponer que no ha de ser así.
Ni el voluntarismo más alegre, ni un optimismo ciego, ni mucho menos el deseo genuino de que esto pueda tratarse de un error de percepción, muestran que el horizonte tenga chances de cambiar.
El sistema “central” de la toma de decisiones del país, cuya autoría conyugal, parece bastante clara, se halla virtualmente fulminado.
Ellos dos son, muy claramente, uno solo: el dragón Amphisbaena. Están enojados y tienen un miedo difícil de disimular porque ya se les terminó el efecto “rebote” de la gran caída argentina que los hizo tuertos entre cualquiera de los ciegos. El “proyecto político” de este matrimonio tuvo siempre y tiene hoy una característica distintiva propia: no es para la Nación ; es personal.
La causa decisiva es psicológica, tan inmanente como su marketing de patriotismo. Consiste en que… dentro de cada uno de ellos, el afán de riqueza, ocupa un lugar completamente anómalo.
Y esta exorbitación del apetito económico que no disimulan, es una marca indeleble en ambos desde que son jóvenes. Brota sin disimulo cada vez que se aproxima un acto electoral.
La carnicería de los tránsfugas de la moral en estas épocas… donde se pone en juego su propia continuidad personal ó su colapso, los transfigura y los lleva a actuar como jauría. Y como la audacia para llegar a cualquier botín es la forma cotidiana del trato, les resulta entonces forzoso vivir en perpetua alerta.
Pero para ellos se trata de una audacia fácil, abierta y cómoda en medio de una sociedad que se ha habituado a no exigir un bledo jamás. Ni decencia a quienes son elegidos, ni mucho menos competencia a los que ocupan funciones elementales.
Vale la pena preguntarse si este dragón bicéfalo sigue pensando en esa imagen soñada de verse incrustado en el pináculo del poder perenne ó si acaso - por una casualidad - ha llegado a la conclusión de que es el último de su especie y que debe resignarse a agonizar.
Del pasado, ya se ha visto… no se hacen cargo ni ebrios.
Apostaron a que no se les vaya a ocurrir a ninguno de los futuros gobiernos, anular ó dejar sin efecto estas “nuevas bases jurídicas” de ortopedia retrovisora… que ellos han hecho.
Hay fuertes motivos para pensar que estamos en manos de dos sujetos que se creen iluminados, dueños de la verdad revelada y conocedores, además… de que, junto con el fin de su gestión, ha de llegar también el fin del mundo.
Que, sin dudas, hay aquí un proyecto personal, vacío por completo de conciencia crítica… y ceñido a una de dos cosas:
El poder bicéfalo por la vanidad… o la vanidad bicéfala por el poder. El dragón amphisbaena ya instaló su proyecto de dos cabezas: probablemente… porque sabe… que somos un país sin destino.
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