Uno de los autos más caros del mundo circula por El Bobadal.
En el Bobadal, en verano las calles se cubren de malezas altísimas que muchas veces no dejan ver lo que hay del otro lado y casi siempre esconden alimañas y nubes de mosquitos, pasar en auto es peor que correr el Dakar en medio de profundos cráteres, la basura cubre con sus mal olor algunos sectores por los que los vecinos evitan pasar, pero el comisionado municipal de este perdido pueblo del departamento Jiménez, acaba de comprar uno de los autos más caros del mundo: un BMW.
Se trata de Ariel Santillán, uno de los funcionarios de Santiago que más fuerte ha pisado en los últimos tiempos: ganó su reelección a fuerza de bolsitas de comida, chapas y zapatillas izquierdas, y a pesar de esto cree que la gente lo quiere.
Los vecinos ya lo han visto cambiar de autos y camionetas muchas veces en los últimos tiempos, pero ahora quedaron azorados al observar que por sus calles de tierra, polvo, barro y suciedad circulará en un auto carísimo mientras a la mayoría no le da el cuero para mantener un carro tirado por un burro.
La basura
Tres veces a la semana pasa por las calles de El Bobadal el tractor levantando la basura de los vecinos que pagan una especie de tasa. Una cobradora les indica a los muchachos del tractor a quién sí y a quién no hay que prestarle el servicio porque no pagó. Lo curioso es que entrega un recibo igual al que puede conseguirse en cualquier librería. Es decir que no guarda ninguna de las formalidades que la ley pide en estos casos a los contribuyentes comunes.
Mucha gente se queja porque no levantan la basura en la casa de algún vecino. “Porque no ha pagado los 10 pesos que le cobramos”, es la respuesta. “¿Por qué tengo que soportar yo los malos olores?” preguntan. En esos casos deben quejarse a la comuna, pero el intendente no tiene tiempo para tratar los problemas de quienes lo votaron.
El comisionado Santillán, tiene un sueldo de bolsillo que no supera los 2.000 pesos y sin embargo, según se dice en el pueblo, tendría una mansión con cuatro habitaciones y equipada a todo lujo en uno de los barrios más exclusivos de Santiago, entre otras propiedades.
Una realidad de miseria golpea a quienes llegan por primera vez a este pueblo dejado de la mano de Dios. Distante unos 140 kilómetros de la capital, la mayoría de sus vecinos vive de empleos precarios en la zafra del limón en Tucumán, de la cosecha de uva en la Rioja, de la aceituna en Catamarca, o algunos trabajitos que consigue en las fincas de soja de los alrededores.
Enfermedades y pobreza
La vinchuca sigue haciendo estragos con muchísimos infectados por el mal de chagas, mientras las desinfecciones, la erradicación de ranchos y la educación sanitaria siguen brillando por su ausencia.
Los pueblos de los alrededores se vienen despoblando desde hace cincuenta años, engordando las afueras de El Bobadal con una cantidad creciente de vecinos. Allí la comuna entrega lotes de menos de 10 metros de frente por menos de 30 de fondo. Es decir que, además, muchas familias deben agregar a su situación de pobreza, el hacinamiento en casas diminutas construidas por ellos mismos, pues la ayuda del municipio es cada vez más mezquina.
"No nos duele que tenga autos caros o las casas que le atribuyen en otros lados, nos molesta la situación de injusticia y que siempre sean los pobres los que terminen pagando los lujos de los que más tienen", dijo un humilde finquero a Arena Política.
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