El celibato en el centro del debate.
Los escándalos de abusos sexuales en la Iglesia Católica han reabierto el debate acerca de si hay en esa institución -y, concretamente, en el voto de castidad que se exige a sus miembros- algún factor que haga que sacerdotes u otros religiosos sean más proclives a la pederastia. O si, por el contrario, la amplia dedicación a la docencia de la Iglesia y el tratarse de una institución cerrada y protectora con sus miembros la convierte en un refugio preferido para quienes la ven como un medio para estar más cerca de sus víctimas.La combinación de estos dos comportamientos -la opción por el celibato y la de mantener relaciones no consentidas con menores de edad- hace que sea difícil encontrar dentro de la jerarquía eclesiástica personas que quieran opinar sobre este conflictivo asunto. Para empezar, la Conferencia Episcopal Española, a la que podría resultarle un tema de interés, es la primera que se niega a comentar este aspecto, según manifestó a este periódico su portavoz, Isidro Catela.
Todos los expertos consultados coinciden en negar cualquier relación directa entre celibato y pederastia. "¿Ser sacerdote o célibe te inclina hacia la pederastia? Clara y rotundamente no. ¿Ser pederasta te inclina hacia el sacerdocio? Sí, porque la Iglesia actúa de elemento protector, de paraguas, ya que el pederasta siempre piensa que es mejor caer en manos del obispo que del fiscal". Quien así habla es Pere Font, director del Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja de Barcelona, con más de tres décadas de profesionalidad a sus espaldas. Font considera que la Iglesia, sin pretenderlo, se ha convertido en un refugio para abusadores de menores. "Los instintos pederastas aparecen en la adolescencia y los primeros años de la juventud. Es decir, que cuando uno entra en el seminario ya presenta ciertos estímulos. Dicho esto, quiero aclarar que el celibato complica más esta situación porque no ofrece una salida diferente a las necesidades sexuales de un pederasta. Pero la Iglesia no fabrica pederastas. Rotundamente no".
Font coincide en su análisis con Francisco Alonso Fernández, presidente del Instituto de Psiquiatras de Lengua Española. "Indudablemente, entre celibato y paidofilia (el término que él prefiere) hay un doble lazo estadístico, un doble vínculo causal". Centrándose en lo que define como paidofilia primaria (la que no obedece a una situación transitoria en el desarrollo de la persona o a los efectos de un trastorno mental), señala que las personas que sienten una atracción por los niños "eligen profesiones" que les permitan estar en contacto con ellos. "Los estudios mencionan a los monitores, los entrenadores deportivos, los curas y frailes y los conductores de autobús escolar", afirma. Escogen estas profesiones "para enmascarar su paidofilia" añade. "No encontrarás muchos pederastas trabajando en geriátricos", abunda Pere Font.
Y, a la vez, centrándose en el caso de los religiosos, Francisco Alonso apunta que el celibato "puede activar la tendencia hacia los muchachos". "Es lógico que una persona que no es capaz de tener una relación con un adulto busque refugio en un grupo que le obliga a mantenerse casto", señala. Pero no tarda en recalcar que este tipo de comportamientos se da "en todos los contextos sociales, culturales y religiosos, y no sólo en los católicos". Y los datos de este catedrático emérito de la Universidad Complutense lo avalan: "En tres de cada cuatro casos de pedofilia ya existía una relación anterior entre el niño y el adulto; el 15% de las veces este era un profesor".
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