Roberto Azaretto
Cuando algunos, en las elecciones nacionales del 28 de junio pasado, criticaban a Elisa Carrió por colocar como cabeza de lista a diputado nacional en la ciudad de Buenos Aires al ex presidente del Banco Central, Alfonso de Prat Gay, la líder de la Coalición Cívica contestaba: “Las caras bonitas pueden ayudar a ganar, pero en el Congreso hay que saber”.
Cuando Amado Boudou rehuyó ir a la comisión de Finanzas de la Cámara de Diputados que preside Prat Gay, tenía en claro con quién se enfrentaba.
Pero el martes pasado, salió airoso frente a las comisiones de Finanzas y Presupuesto, frente a los senadores radicales.
Es que los senadores Gerardo Morales y Ernesto Sanz muestran una ingenuidad y una falta de preparación notoria, sobre todo porque Boudou es uno de los ministros de Economía menos formados y menos serios que ha tenido y tiene el país. Encima, nos trata a todos como imbéciles cuando insiste que no hay inflación, que ya amenaza llegar al 50 % anual. De ahí a la híper inflación hay un pequeño paso si no se toman medidas adecuadas. O cuando habla de evitar el ajuste, el que se está llegando, justamente, con la inflación que socava el valor de los salarios como se nota cada vez que las amas de casa hacen las compras.
Hay una vieja tradición radical que es confiar en la oratoria y ocuparse de las internas, pero de estudiar poco. Eso se lo explicaba hace 30 años al que esto escribe un gran dirigente radical como lo fue don Antonio Tróccoli. Aunque luego surgieron figuras como Raúl Baglini, Marcelo Stubrin o Jesús Rodríguez que sin duda sabían de lo que hablaban, todavía se recuerda la humillación que sufrió Ramón Saadi, cuando enfrentó por la cuestión del Beagle al canciller de Alfonsín, Dante Caputo.
El senador Morales y su correligionario el senador Sanz no han estado a la altura que se espera de senadores nacionales que juegan en los primeros planos de la política nacional.
En los Congresos de hoy no basta con conocer el reglamento, tener un ejemplar de comentarios sobre la Constitución y ciertas dotes para el discurso. Hoy se debe estudiar, capacitarse, tener nociones mínimas de la economía, conocer los datos socioeconómicos más relevantes, tener información sobre estos temas en otros pases, conocer a fondo uno de los problemas nacionales para que en el bloque se puedan cubrir toda la agenda.
Por supuesto que hay caraduras, por suerte pocos, que lo único que hacen es levantar la mano siguiendo las órdenes como si fueran empleaditos de su patrón el gobernador. Ni se animan a asumir con el discurso esas votaciones casi siempre en contra de los intereses provinciales. Es lo que pasa con el “bloque de mudos” que tiene en el Congreso de la Nación la provincia de Santiago del Estero, nominados por ese contubernio llamado Frente Cívico y que son la vergüenza de Santiago del Estero como la casi totalidad de su legislatura.
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