Espiá esas cartas
Cada vez que atienden o marcan algún número con su teléfono, ya sea el celular o el fijo, muchos santiagueños se alegran, porque saben que su conversación será oída y grabada por otras personas que tienen sumo interés en saber de su vida privada y lo que hará -entre otras cuestiones- en las próximas elecciones de la comuna.
Es lo que le comúnmente se llama espionaje. Pero además estos picaritos se hacen de Facebook, presentándose como bellas señoritas o como agraciados caballeros y piden ser amigos de quienes consideran que pueden ser contrarios al gobierno, o por lo menos dudosos. Una vez que están en la lista de amigos, copian y pegan los perfiles, sobre todo en la parte de preferencias políticas, leen todos los comentarios que se cruzan entre quienes están adheridos a esta red e interfieren en la vida privada de varios santiagueños. Además chupan las contraseñas de los correos electrónicos de mucha gente para leer sus mensajes, las cartas que envían y reciben y la información que pasa de un lado a otro. Que haya una ley nacional que prohíba el espionaje entre argentinos, les tiene muy sin cuidado a estos buenos muchachos. Antes les decían chusmas, ahora son espías.
¿Tú también Facebook?
Sigamos, porque el tema de las escuchas ilegales que se hace en Santiago y en todo el país, es uno de los asuntos más apasionantes de la política. Internet en general y el Facebook en particular, son las fuentes de información más usadas por los modernos espías santiagueños.
Sin ir más lejos, cuando se armó el lío con los auto-convocados de la salud de Santiago, en el Facebok se armó un sitio “Médicos Santiagueños”, con muy buenas intenciones de parte de sus creadores, pero pésimos resultados, aunque ellos no sepan por qué. Inmediatamente el gobierno “chupó” quiénes se adherían al grupo y comenzó a trabajar (aunque trabajar en este caso sea solo una forma de decir), sobre ellos. Según informes que llegaron a Arena Política, cuando un médico o un empleado público se hacían de este sitio, desde el gobierno lo marcaban como un posible revoltoso. Así hay muchos que ni siquiera saben por qué sus jefes les dan vuelta la cara o por qué perdieron el favor de los funcionarios públicos. Los que saben, se abstienen de hacerse de redes que pueden develar sus pensamientos más íntimos.
Radio sin rock ni pop
Y las radios, especialmente las que todos los días llaman a un político o tienen un programa al que llevan a dirigentes políticos o funcionarios , también son prolijamente rastreadas todos los días a toda hora. Cualquiera va a decir que esto es ciencia ficción, pero sucede en Santiago del Estero, en las narices de todos los santiagueños.
Existe una oficina de personas que estuvieron muy -pero muy- allegadas a Julio Alegre y que volvieron a las fuentes, es decir a Gerardo Zamora, con dos o tres empleadas, todas mujeres, que se dedican a grabar todas las declaraciones de políticos y funcionarios de casi todas las radios de la capital. Después desgraban las escuchas, las pasan en limpio y se las pasan a Sugus que a su vez saca copias y las envía al Jefe Máximo. Es obvio que las radios de mayor audiencia -sean de quien fueren- de la ciudad son las más controladas. ¿Más datos quiere todavía? Esta oficina cumple con todos los requisitos para ser un lugar donde se realizan actividades no muy legales, es un sucuchito de dos por tres, mal ventilado: en el verano hace mucho calor y en el invierno las chicas se caen de frío.
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