El agua no se va
Lo que nadie dice es que, si bien pasaron las inundaciones en el sur de la provincia, como es un terreno plano, el agua se quedó estancada, quieta, sin mandarse a mudar.
Mucha gente no pudo volver a su casa, que sigue bajo el agua, y se quedó a la orilla de la ruta 34, hacinada en lugares de los que muchos animales no dudarían en huir. Cientos de familias con mujeres, niños, ancianos, hombres, viven en carpas hechas con dos horcones y un plástico negro que les entregó el gobierno. El agua sigue corriendo por la banquina de la ruta, de día los hombres salen a deambular buscando trabajo y de noche los mosquitos y la humedad no dejan de molestar. Además todos duermen en el suelo y cocinan como pueden, comprando carbón donde hallan. El que quiera ver la cara de la miseria y el abandono no tiene más que ir por la 34 hasta Real Sayana, mire hacia la izquierda y verá los inundados y su rostro de desesperación y angustia.
Ahora van a ver
Lo que pasa es que las autoridades provinciales se enojaron mucho con esta gente porque cuando el gobernador, Gerardo Zamora, fue a visitarlos, en vez de agradecer por la visita, se dedicaron a insultarlo por la falta de previsión y los malos trabajos del gobierno en el lugar..
Para peor lo grabaron en un video y lo subieron internet para que todo el mundo se diera cuenta de la clase de funcionarios que tienen los santiagueños. “¿Ustedes me han sacado corriendo cuando he ido a ver qué les pasaba?”, pareciera que les preguntó, Zamora. “Bueno, ahora les doy solamente un plástico negro y en lo demás arreglensén como puedan, si les da el cuero”. Sabido es que muchos inundados del sur quedaron indignados con el gobierno por el mal manejo que hizo de las consecuencias de las inundaciones, no solamente con la gente, sino también con muchos que quedaron bajo el agua o incomunicados porque los caminos quedaron intransitables.
Verdad o consecuencia
Lo peor es que los efectos de las inundaciones del río Salado no son ya una consecuencia indeseable de un fenómeno del clima que no es posible predecir.
Desde Salta avisan con tiempo cuánto caudal de agua van a erogar y cuándo lo van a hacer. Por lo que el gobierno santiagueño tiene por lo menos una semana o diez días para preparar bordos, pasar la máquina a los polvorientos caminos, arreglar las alcantarillas que se rompieron y sobre todo, prevenir a los posibles damnificados e ir organizando la retirada, en caso de que el agua llegue hasta sus casas. Nada de esto se hizo en las últimas inundaciones: algunos pícaros aprovecharon para salvar sus campos, desviando la crecida hacia otros lugares, el gobierno mezquinó la mercadería que tiene en enormes galpones de la Capital y La Banda y la gente se tuvo que arreglar como pudo. Están a la buena de Dios, son santiagueños, ¿nadie les va a dar una mano?
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