Los dos obispos de Santiago, Ariel Torrado y Francisco Polti dieron a conocer un documento con motivo de la Cuaresma , que comienza mañana. En su parte medular solicita “silencio interior” para “escuchar a Dios” y culpa de muchos de los males que nos agobian a “un interior con mucho ruido, imposibilitado de escuchar la voz de Dios que nos habla en la conciencia”.
Es decir, la culpa la tienen los cacerolazos, las bombas de estruendo, las marchas, los bocinazos, el ruido de la gente que marcha pidiendo que bajen el precio del boleto, que haya insumos en los hospitales, las maestras que quieren que les den tiza y pizarrones para enseñar, los judiciales que se quejan de las injusticias de las que son víctimas, los desocupados que gritan porque ellos también quieren trabajo.
Calma santiagueños, porque “la Cuaresma nos llama a la oración, la penitencia y la limosna”, según los obispos.
Hagan penitencia, santiagueños, “que es fruto del espíritu de conversión, nos lleva a un verdadero entrenamiento para privarnos de todo lo malo y vaciarnos de lo superfluo para poder ser colmados de Dios”, según reza el osado documento de los obispos.
Seguramente los piqueteros son presas del “consumismo materialista” que los “hace estar dispersos, llenos de todo y vacíos por dentro” y por eso deben “saber decir que no a muchas cosas para poder estar ágiles para responder a la voluntad de Dios en la caridad, de tal manera que descubramos que solo puede hacernos felices el vivir para los demás”.
Tan fácil que era todo. Los obispos de este lado del Salado, dicen que “no puede haber conversión en nuestra nación sino hay una conversión personal.
Y casi al final traen una revelación sobre la limosna: “No se trata de dar lo que nos sobra sino de estar atento a las necesidades de los demás, y especialmente de los más pobres y necesitados”. Chocolate.
Foto: Francisco Polti y Ariel Torrado.
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