Gerardo Montenegro ayer, en la Cámara de Diputados.
El gremialista Gerardo Montenegro es uno de los astutos (entre cuatro o cinco), que después de jugar la interna peronista entre precandidatos a gobernador (unos con José Figueroa, otros con Francisco Cavallotti y el resto con José María Cantos), se rajaron del movimiento de Perón y Evita y desembarcaron en la municipalidad de la Capital poniéndose a disposición del entonces candidato radical, Gerardo Zamora.
A partir de ahí, los dos Gerardo iniciaron la yunta. Se acompañaron, políticamente, y se beneficiaron en lo personal. Uno llegó a gobernador y se ganó la tranquilidad de que la CGT Santiago jamás lo molestaría; al contrario, se sumaría al Poder Ejecutivo provincial. El otro, obtendría una banca de concejal y el compromiso (ya cumplido), de un escaño de diputado provincial.
Así tejieron la amistad. Dame a mí, toma vos.
Un Gerardo gobierna sin contratiempos sindicales porque tiene un amigo que le garantiza que la CGT es su socia; nunca la representante del movimiento obrero organizado. El Gerardo gremialista, se animó, entonces, a presidir Quimsa y lo transformó gracias a los abultados subsidios de las arcas del Estado.
Por aquellos tiempos y en el juego del dame a mí, toma vos, el Gerardo de arriba le pedía al Gerardo concejal que acompañara a “Julito” (por Alegre), en todos los actos y en todas las conferencias de prensa, “porque tiene que ser elegido intendente de la Capital ”. El sindicalista le cumplió. Con creces. Tanto que con el apoyo del peronismo, “Julito” fue confirmado y siguió al frente de la comuna, pero ya con los votos del pueblo.
Se dieron y se dan todo. Están unidos en un “proyecto” que, como se observa, es personal. Por ello, a uno poco le importa derrochar los fondos públicos (no de su bolsillo) y, el otro, no se pone colorado cuando aparece al lado del “patrón”, sonriente, mientras los médicos, los enfermeros, los empleados de Salud; los docentes y los judiciales, pelean sus derechos en la calle y despotrican contra el gobierno provincial,
Hoy, para los primeros días de septiembre, los dos Gerardo tienen un desafío grandioso. En efecto, el Gerardo gobernador quiere hacer intendente de la Capital al Gerardo gremialista.
Pero parecería que empezó mal la ingeniería. Justo cuando Gerardo Zamora dijo a propios y a extraños que en Capital todos podrían lanzarse y que el que mejor midiese en las encuestas (que se realizarían a fines de marzo), iba a ser el candidato a intendente del Frente Cívico, dio órdenes a sus colaboradores para que otorgaran subsidios a todos y cada uno de los emprendimientos en los que figura Gerardo Montenegro. ¡Hay que ver los fondos que recibieron el gremio, la mutual, las financieras, etc., manejadas por el Gerardo gremialista!
Sin duda, el Gerardo gobernador no jugó limpio con los “Lito” Infante, las “Chaco” Navarro, los “Cachín” Fhur, los Abel Tévez y tantos otros que, creyéndole al jefe, se lanzaron a buscar el mejor posicionamiento. Zamora los fulminó hace una semana cuando firmó el decreto concediéndole casi 4 millones de pesos a los gremios que maneja Montenegro para que compren mercaderías y las conviertan en bolsines de la dádiva y la compra de voluntades.
Pero el Gerardo gremialista apenas pintó paredes. No se ven grandes despliegues proselitistas o repartos de mercaderías. Claro, tiene otra arma. ¿Saben qué hace?, manda a sus operadores a apretar a todos los empleados públicos (muy especialmente a los del área de Salud), para que se afilien a Upcn provincial. El que se niegue a alistarse en las filas montenegristas, no llegará a firmar el contrato de trabajo y seguirá con la precaria locación de servicios. Pueden comprobarse estos operativos en el bar del hospital Regional o en las Upas barriales, cuando los operadores de Upcn hostigan a los pobres empleados que buscan estabilidad en sus trabajos.
Con esas armas van a jugar en Capital a sabiendas de que ninguno de los precandidatos que adhiera al Frente Cívico o a Bases Peronistas pasa de los 3 puntos de aceptación en el electorado. Hoy, con bolsines y con subsidios, Montenegro, u otro, está perdiendo en el principal distrito. Sencillamente, porque está muy presente en la memoria el “caso Alegre” y, sobre todo, el efecto de la onda expansiva del escandalote y la corruptela que salpicó y envolvió a todos; a los la Casa de Gobierno y a los del Palacio Municipal.
Una jugada arriesgada, sin duda, y una pregunta crucial: ¿podrá un sindicalista remontar el desprestigio que les endosó el “caso Alegre”?
No hay comentarios:
Publicar un comentario