lunes, 10 de mayo de 2010

Datos para entender a la oposición peronista a Kirchner

Luis Pico Estrada
Néstor Kirchner aconseja a su esposa y presidenta, Cristina Fernández. 
La saga peronista no tiene fin. La sigla partidaria -muy probablemente- quede en manos del candidato Néstor Kirchner. La oposición justicialista se organiza de a poco. Y busca un nombre -¿Unión Popular?- para ser representada cuando lleguen las elecciones. Más allá de Felipe Sola en su yo-yo infatigable, está el núcleo duro de Eduardo Duhalde, bien acompañado por un cuerpo de industriales, sindicalistas, economistas y gente de campo.
El otro factor son las reuniones en paralelo de un trío de ex gobernadores: Adolfo Rodríguez Saá, Juan Carlos Romero, Ramón Puerta que busca eslabonar la resistencia federal. Los cónclaves suelen ser herméticos ya que algunos gobernadores en ejercicio adhieren pero exigen silencio. Las finanzas frágiles de las provincias imponen esa prudencia o terror, palabras en este caso sinónimas. Los contactos con Duhalde son frecuentes. Hace poco apareció Carlos Reutemann, afligido en su salud y su destino. Aspira a la gobernación, al igual que Rodríguez Saà y Romero. Es un Hamlet santafecino.
La falta de liderazgos en el peronismo federal lleva al diseño de una estructura todavía sin nombres propios. Se menciona a e Martín Redrado, como candidato a la Capital Federal. El resto es especulación y silencio.
El equipo político de Mauricio aspira, más temprano que tarde, a ocupar el espacio presidencial. Los números en el interior le dan un piso en busca de aliados en Córdoba, Entre Ríos, Tierra del Fuego, Salta y Mendoza (por ahora). La tesis del consultor Jaime Durán Barba es mantenerse lejos del peronismo. No piensa así el equipo de campaña a cargo del misionero Humberto Schiavone. La idea es llenar el casillero vacío de la presidencia con Mauricio Macri ya que aprecian que no habrá candidato propio para destronar a Kirchner. Al jefe de gobierno lo esperan semanas agitadas. La taba está en el aire.
La Argentina le debe al peronismo a Carlos Menem, Néstor Kirchner y Cristina Kirchner con el breve interludio constitucional de Fernando de la Rúa. La izquierda va de un lado a otro pero al oficialismo le cuesta agruparla. La juventud es indiferente a la oferta electoral. Por definición rechazan la agonía.
Francisco de Narváez se dio cuenta que no domina el suelo  bonaerense, sino que tiene que revalidar títulos con intendentes y punteros justicialistas. Con la boca cerrada persiste en soñar su aspiración a la presidencia. Y a negociar con sus equipos técnicos de la mano. El vacío de la política clásica abre la puerta a estos fenómenos.

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