El ex intendente, con ganas de destapar la olla de la corrupción.
Todas las luces de alarma se encendieron en la Casa de Gobierno. Una simple carta, enviada por Julio Alegre al diario Última Hora, de circulación gratuita y reproducida luego por dos o tres sitios de internet, incluida Arena Política, causó un revuelo de dimensiones casi apocalípticas en el gobierno de Gerardo Zamora este fin de semana. Un frío temblor de desasosiego y pavor recorrió la espina cervical de más de un funcionario que leyó ávidamente la misiva, esperando que su nombre no estuviera incluido.
De todas maneras, el miedo pasa ahora, no por lo que dijo, sino por lo que podría llegar a decir el ex intendente de la capital si se animara a seguir enviando cartas a sus amigos.
En su primera epístola, el ex intendente de la capital, nombra, entre otros, a Alberto Molina Areal, (a) Rupa, antiguo funcionario de Infraestructura Escolar y, se podría decir, el artífice del primer gran negociado del gobierno de Zamora, cuando se alargó el período de vigencia del presupuesto anual para gastar -“gastar” es una manera de decir- el dinero que no se había usado durante todo el año. Por supuesto que se obvió a la Legislatura provincial para cometer este atropello, que contó con la colaboración de numerosos proveedores y contratistas que “prestaron” facturas para justificar una erogación y obras públicas inexistentes, que luego se dibujaron mediante trampas urdidas por contadores amigos.
Alegre alude también, entre otros, a los regalos de dinero que todos los meses realiza el jefe de Gabinete, Elías Suárez, conocido en el ambiente como “Sugus”. Estos suculentos regalos son escondidos detrás de un eufemismo; “subsidios”, y se otorgan a gremialistas amigos para que mantengan la boca cerrada y no denuncien -entre otros atropellos- las sumas de dinero en negro que paga la Provincia a sus empleados.
Pero el que más desvela a los funcionarios es el caso de Rentas de la Provincia , todavía no resuelto, en el que falleciera un humilde empleado de la repartición, Raúl Domínguez, unos días después de denunciar una maniobra multimillonaria en la que estaría implicados funcionarios del Ministerio de Economía, que depende de Atilio Chara. Su cuerpo apareció desparramado, en medio de unos matorrales, a metros de su casa, en el barrio El Vinalar, sin que hasta el momento se haya develado quién o quiénes lo mataron o lo mandaron a matar.
Pero lo peor es que en cualquier momento puede llegar la segunda carta de Alegre, ya que él mismo se encargó de decir que estaba narrando sólo el 10 por ciento de todo lo que sabe, por lo que si continúan persiguiéndolo, junto a su familia, es muy posible que dé a conocer el 90 por ciento restante, que parece muy jugoso también.
Como dijo un comentarista que conoce el paño: "La corrupción se parece a esas montañas de latas de arvejas de los supermercados, si se saca una de abajo, tarde o temprano la pila entera se caerá. Por eso los funcionarios se guardan de denunciar a sus compinches, porque corren el riesgo de caer ellos también. En este caso alguien no tuvo en cuenta esta premisa y puso en riesgo todo el negocio".
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