martes, 9 de marzo de 2010

Poco y nada se hizo en cultura estos años

Pedro Villagra
Rodolfo Legname.
La gestión de cultura de la provincia, va a pasar a la historia como la que mejor prometía pero la que menos hizo para cumplir las expectativas que se tenían sobre ella. En efecto, el subsecretario del área, Rodolfo Oscar Legname es el único funcionario realmente capacitado para su puesto. El único que durante toda su vida se preparó para el cargo que ocupa. En estos años hizo menos de lo que se esperaba de él y para peor defraudó a quienes creían que era posible un trabajo cultural diferente en Santiago.
Fue gracias a él, en gran medida, que Gerardo Zamora ganó la gobernación, cuando en el 2003, ante la inopia del gobierno de la provincia, más ocupado en minúsculas reyertas de rama femenina, la municipalidad se puso sobre los hombros los festejos de la ciudad (que son festejos de la provincia). Con mucha más habilidad e ingenio que dinero, los días de los 450 años de la fundación de Santiago fueron brillantes e inolvidables. Nunca como hasta ese entonces los hoteles se colmaron de turistas que venían a ver qué pasaba en esta olvidada ciudad. Gracias a esa fiesta Zamora, por entonces un intendente que peleaba por pagar deudas que no había contraído, creció en la consideración pública y llegó a la gobernación de la provincia.
Cuando Legname asumió como subsecretario, se creyó que con dinero, su labor se potenciaría, la oscuridad artística en que nos había sumido el juarismo estaba a punto de terminar. Esperaban a Santiago tiempos luminosos.
Error.
La gestión de Legname sólo acredita a su favor una media docena de reimpresiones de libros, algunos históricos, otros de Luis Alén Lascano y uno de un íntimo amigo suyo, un catamarqueño de nombre olvidable. Entregó miles de subsidios para grupos y bandas de música sin discriminar entre quienes hacen arte y quienes golpean instrumentos. Hizo quemar cohetes a mansalva, en espectáculos que últimamente han disminuido quizás porque se advirtió que ya hartan.
Este año se habilitará lo que fuera la Casa de Gobierno y luego la Jefatura de Policía, frente a la plaza Libertad. Dicen que ahí irán a parar los museos de la provincia. En el museo Histórico, cada vez que alguien quiere entrar, un policía lo ataja para preguntarle “qué anda buscando”, como si fuera la comisaría del barrio. En el de Bellas Artes las esculturas se pudren en el patio de entrada y el Arqueológico sigue siendo un  hacinamiento de huesos y vasijas, sin ningún sentido pedagógico, sin orden ni concierto. Los museos son muestrarios de cosas viejas.
Mientras, Legname sigue encerrado en el laberinto de la arruinada “Casa-Castro”, una hermosa mansión, cuyas estancias se han convertido en lúgubres pasadizos pintados de marrón oscuro, con luces escasas, ventanas cerradas a cal y canto y secretarias que si están de buen humor repiten todo el día “el arquitecto no está”. Si no están de humor, olvídese y vuelva mañana, quizás tenga más suerte.

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