viernes, 12 de marzo de 2010

Del gran bonete a jugar a las escondidas

 Miguel A. Brevetta Rodriguez
 Néstor Kirchner.
¿Calidad institucional? ¿Qué es eso? - pregunta el estudiante de derecho con un dejo de intriga- y nadie le responde, porque son pocos los que tienen libros nuevos. Antes ese término no existía o bien no estaba en el léxico habitual de los que transitan la arena política.
Es que no es fácil, para quien estudia leyes vivir en un país marginal. Es seguro que no entiende la forma en que se conjuga lo que recita el libro, con la realidad que vive a diario. Es complicado de entender, precisamente porque a diario, se hace lo que no se debe y la fragmentación permanente de lo que debiera ser pétreo e inviolable es una maquina de contradicciones, dimes y diretes que para nada se compadecen con lo que establecen las normas.
Todos recuerdan que no hace mucho el oficialismo “metió la mano” en el calendario electoral para adelantar las elecciones legislativas –preestablecidas en la ley- con la intención de evitar una catastrófica derrota que se vislumbraba sin atajos. No le gustó a nadie que a mitad de camino se cambiasen las reglas del juego y sin embargo se hizo.
Ipso facto surgieron las llamadas “candidaturas espejos” o “testimoniales” (¿?) como un recurso traído de los pelos, tendiente a confundir al electorado en el cuarto oscuro. Una nueva manipulación a las normas del derecho electoral, una ingenua avivada, que finalmente termino dándole una cachetada al creador y poniendo las cosas en su lugar en cuanto al resultado electoral. Ningún candidato respondía con coherencia cuando se los interrogaba sobre su mentirosa participación en el acto comicial.  Después se dieron cuenta que estaban jugando al “gran bonete”, pero sin saber jugar.
A nadie se olvida de aquel que el 29 de junio de 2009, pegó el portazo y dijo: “Vengo a renunciar en forma indeclinable a la presidencia del partido justicialista y Daniel (Scioli) será mi sucesor, como vicepresidente primero de la provincia” se escuchó decir a Néstor Kirchner a poco de la derrota electoral sufrida en casi todo el mapa político nacional. (1) ¿Un acto de cordura y gallardía ante el estruendo de las urnas?
Para sorpresa de los que así pensaron, el 10 de noviembre, es decir cuatro meses más tarde: “En una peculiar cumbre en La Plata, el peronismo, o al menos los principales dirigentes que aún responden a Néstor Kirchner, decidieron anoche rechazar su renuncia a la Presidencia del partido.
¿Por qué peculiar? El encuentro no fue en la sede partidaria de Matheu 130, si no en la Residencia de la Gobernación bonaerense. Y tampoco fueron convocados todos los integrantes del Consejo partidario, si no que apenas se cursó invitación a los 27 integrantes de la "mesa chica" Ejecutiva del PJ y se completó la concurrencia al coqueto Salón Francés con un puñado de vocales cuidadosamente seleccionado (2) Ni era el ámbito para el encuentro, ni las autoridades de la Carta Orgánica partidaria las habilitadas para dar seguridad y validez al acto. Pero, como uno se acostumbra hasta de las cosas malas, restó importancia al episodio, no sin antes preguntarse: ¿Se puede renunciar a un cargo y después de asumido su reemplazante, rechazar la renuncia?
¿Y las formalidades de ley dentro de una estructura partidaria son omitidas? ¿Y los libros, las actas y el quórum, mas los veedores judiciales, no cuentan?
Esta mañana la prensa informó que: “El ex presidente retomó ayer la conducción formal del Partido Justicialista, ocho meses después de haber presentado la renuncia, tras la derrota del 28 de junio, con un encuentro con el que intentó blandir su poder de conducción peronista” (3).
Pareciera que estamos de frente a un sub país, sin norte, ni timón, en donde se practica el arte de lo fantasmagórico en lugar de asistir a la escuela de la realidad. Esta tendencia lúdica nos está empujando hacia un vacío impredecible, que nos puede colocar en la marginalidad.
¿Se puede tirar tanto de la piola, sin que esta se rompa? ¿Acaso se está gobernando a un país de súbditos, que solo tienen la misión de obedecer sin que se tenga presente el ordenamiento jurídico normado? La ley no es un fórceps que se adecua a los caprichos del mandamás de turno, salvo que se cambie el sistema, lo que por el momento, felizmente, no ha ocurrido.
  
1. Ámbito Financiero, 30/6/2009.
2. Clarín, 11/11/2009.     
3. La Nación, 3/ 11/3/2010.

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