Gustavo Cortés, cesantedo, no firmó con el gobierno. Isabel Pfeiffer sí.
Los trabajadores auto-convocados de la salud desensillaron de sus pretensiones y después de más de seis meses de lucha, terminaron hocicando ante lo que proponía el gobierno de Gerardo Zamora. La palabra “traición” quedó flotando en el ambiente, luego de que los delegados arreglaran con las autoridades en términos distintos a los acordados en asambleas.
Una vez frente a las autoridades los delegados se olvidaron de las asambleas, las machas, las noches en vela, las promesas y el trabajo que costó la unión de voluntades distintas y se bajaron de sus pretensiones por una salud digna, por hospitales humanizados, insumos y una política que priorice a los que menos tienen.
El acuerdo al que se llegó dice que los jefes de servicio volverán a sus puestos pero como médicos rasos; a los cesanteados no les devolverán el dinero sin cobrar de los meses en los que quedaron afuera por luchar y no saben si los reincorporarán a sus lugares originales.
Los pedidos de los trabajadores se cumplieron a medias.Las fuentes de Arena Política, afirmaron que los delegados estamparon su firma en el acuerdo, sin consultar previamente con la asamblea.
La confusión reinaba ayer entre los trabajadores que quedaron esperando en la plaza San Martín, cuando casi al atardecer, salieron los delegados auto-convocados de la reunión con el gobernador Zamora y mostraron el acta compromiso publicada en los diarios, y rechazada por las asambleas, que en su reverso, manuscrita y con firmas sin sellos de ningún tipo, constituiría el acuerdo
El punto 1 indica que no serán cubiertas las jefaturas de servicio sino que se llamará a concurso y en el ínterin se designará un coordinador provisorio por departamento.
La renovación de los contratos de locación a quienes habían quedado afuera, regirán desde el 1 de marzo.
Otro de los puntos que los trabajadores pretendían resolver, versaba sobre los descuentos de los días de paro, en este caso el gobierno se comprometió a elevar la lista de sumarios y de descuentos para ser analizados y resueltos según correspondiere. En el acta compromiso anterior se decía que era imposible cumplir con la devolución de los descuentos, salvo error administrativo.
El acta compromiso que usó el Gobierno como guía para la negociación fue firmada sin consultar, por un grupo de seis delegados que no tenían de asamblea para su firma. Y terminó sirviendo de corset para el acuerdo posterior porque el gobierno la usó para imponer su punto de vista.
En el nuevo compromiso, se obvia absolutamente el caso de Gustavo Cáceres, otrora bandera de los auto-convocados. Al parecer lo dejaron solo. Y con la promesa verbal del gobierno de revisar su caso. Solo y sin un peso porque estos delegados, aceptaron que no se devolviera los meses de cesantía que fueron ocasionados por la misma lucha. Un extraño modo de defensa de los intereses del trabajador, y más si éste perdió todo por luchar por el conjunto.
Para los contratos precarios solo se consiguió la vaga promesa de que cada cinco años pasarán a planta. Pero eso no lo consiguieron los auto-convocados pues ya el gobierno lo había anunciado.
Del aumento de sueldo de pobreza e indigencia, ni hablar. Pero a estos trabajadores se los sumó a la mesa de diálogo, donde los acompañarán, entre otros, dos gremios enemigos de sus propios afiliados, como los Trabajadores de la Sanidad y la Unión de Personal Civil de la Nación.
Los médicos injustamente procesados según los auto-convocados, también quedaron solos con su proceso.
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